
El MPAIAC y la situación en Canarias en 1978
En la segunda mitad de la década de 1970, Canarias vivía un clima de inestabilidad marcado por la transición política española y el surgimiento de movimientos nacionalistas radicales. El MPAIAC, fundado en 1964 por Antonio Cubillo y con base en Argelia, había iniciado en 1976 una campaña de “propaganda armada”: acciones violentas destinadas principalmente a causar daños materiales y agitar la causa independentista, sin buscar en teoría causar víctimas. Sin embargo, algunas de sus operaciones resultaron extremadamente graves. Por ejemplo, una bomba del MPAIAC en marzo de 1977 en el aeropuerto de Gando (Gran Canaria) obligó a desviar vuelos al aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife), lo que desembocó indirectamente en el peor accidente aéreo de la historia. Tras ese trágico incidente, el líder de la organización llegó a afirmar que “Canarias se encuentra en estado de guerra (…) hemos advertido a todos los turistas que no vengan a las islas mientras no se alcance la independencia y se normalice la situación”, evidenciando que el MPAIAC consideraba el turismo un objetivo estratégico en su lucha.
A finales de 1977, las acciones del MPAIAC se intensificaron tanto en las islas como incluso en la península. El grupo mantenía vínculos con otras organizaciones terroristas y recibía apoyo logístico de países como Argelia y Libia. En este contexto, a comienzos de 1978 Tenerife fue escenario de varios atentados coordinados por el MPAIAC, dentro de una escalada de violencia independentista que buscaba generar impacto mediático. El ataque contra el CIT de Santa Cruz se enmarca en esta campaña.
El atentado contra el CIT de Santa Cruz de Tenerife
En la noche del 19 de enero de 1978, un artefacto explosivo estalló en la sede del Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de Santa Cruz de Tenerife, ubicada en el barrio de Vistabella. La bomba, compuesta de explosivo industrial tipo Goma-2, había sido colocada de manera clandestina en la entrada del edificio. La explosión sacudió las instalaciones, pero, afortunadamente, no causó víctimas ni heridos, ya que a esa hora esta institución estaba cerrada, solo daños materiales en el frontal del edificio y afecto a estructuras internas significativas.
Las primeras investigaciones policiales confirmaron in situ el uso de Goma-2, un explosivo a base de dinamita habitualmente empleado en atentados de la época, y recogieron restos del artefacto para su análisis. Desde el primer momento, las sospechas recayeron en el MPAIAC, dado el modus operandi y el contexto independentista violento que vivía el archipiélago. Cabe señalar que el CIT, como entidad promotora del turismo, era un blanco simbólico: el MPAIAC veía el turismo masivo en Canarias como parte de la “colonización” económica española, de ahí que atacar ese centro tuviese una carga propagandística importante. Las autoridades estimaron que los terroristas aprovecharon la falta de vigilancia nocturna en el edificio para colocar la carga explosiva sin ser detectados.
Reivindicación del ataque por el MPAIAC
Pocas horas después de la explosión, el MPAIAC reivindicó oficialmente la autoría del atentado. Un portavoz de la organización, en una llamada telefónica desde Argel (Argelia) al diario El País, se atribuyó la colocación de la bomba en nombre del movimiento independentista canario. Esta comunicación directa desde el exilio —donde se refugiaba la cúpula del MPAIAC— confirmó las sospechas de las fuerzas de seguridad. La llamada desde Argel se enmarca en la estrategia mediática de Antonio Cubillo, quien habitualmente utilizaba tanto comunicados como emisiones de la Radio Nacional de Canarias Libre (emisora pirata operada desde Argel) para difundir mensajes y adjudicarse las acciones armadas.
La reivindicación inmediata del atentado buscaba maximizar su efecto propagandístico. Al asumir la autoría, el MPAIAC pretendía demostrar su capacidad operativa en pleno territorio canario y lanzar un mensaje de desafío al Estado. En su comunicado telefónico, el portavoz habría reiterado las demandas de autodeterminación e independencia de las islas y justificado el ataque como parte de la “lucha anticolonial”. La elección de un objetivo sin personas presentes indica que el MPAIAC intentaba ceñirse a su línea de causar solo daños materiales, evitando víctimas directas para no restar simpatías a su causa (algo que, como se vio, no siempre lograron cumplir).
Reacción de las autoridades locales
Las autoridades locales de Tenerife reaccionaron con pronta condena y medidas de seguridad tras el atentado al CIT. El gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife y el alcalde de la capital emitieron declaraciones públicas de repulsa por el ataque, calificándolo de acto de terrorismo injustificable contra un organismo dedicado al desarrollo turístico de la isla. Se destacó el alivio de que no hubiera víctimas y se exhortó a la población a mantener la calma. No obstante, el incidente generó preocupación en la ciudadanía y en el sector turístico, que temía que la campaña violenta del MPAIAC ahuyentara visitantes o dañara la imagen de Tenerife como destino seguro.
Inmediatamente se reforzó la vigilancia policial en puntos estratégicos de la ciudad, especialmente en sedes turísticas, edificios oficiales y lugares públicos concurridos. Las fuerzas de seguridad, en coordinación con los mandos de la Policía Armada y la Guardia Civil, iniciaron una investigación para identificar a los autores materiales. Se inspeccionaron posibles vínculos con otros actos subversivos recientes y se recogieron testimonios en los alrededores del CIT, aunque la clandestinidad con que operaba el MPAIAC dificultó lograr detenciones inmediatas. También se alertó a las delegaciones policiales del resto de las islas por si se detectaban movimientos sospechosos relacionados con la organización.
En el plano político, la respuesta local incluyó instar al Gobierno central a intensificar los esfuerzos contra el terrorismo independentista. Las autoridades isleñas solicitaron mayor apoyo de los servicios de inteligencia para neutralizar la red del MPAIAC, cuyo liderazgo radicado en Argelia complicaba la actuación policial tradicional. Aunque el atentado del CIT no causó daños personales, se consideró un serio aviso de la escalada que podía sufrir el conflicto si no se controlaba. En consecuencia, la acción contribuyó a endurecer la postura del Estado en los meses siguientes.
Cobertura periodística y repercusión mediática
El atentado tuvo amplia cobertura en la prensa, tanto local como nacional, al día siguiente. Diarios canarios de la época, como El Día de Tenerife y Diario de Avisos, se hicieron eco de la explosión destacando la audacia del ataque y el temor a que el terrorismo arraigara en el archipiélago. Estos medios enfatizaron la indignación de la sociedad tinerfeña y recogieron las declaraciones de las autoridades locales condenando el hecho. Por su parte, la prensa nacional también otorgó espacio al suceso: el periódico El País, por ejemplo, informó el 20 de enero de 1978 sobre cómo “anoche hizo explosión en el Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) de Santa Cruz de Tenerife un artefacto de goma-2 colocado por el movimiento independentista canario MPAIAC”, señalando que “la explosión no ocasionó daños personales, y solamente afectó a la puerta de entrada” . Asimismo, El País confirmó en esa crónica la llamada desde Argel reivindicando el atentado en nombre del MPAIAC, lo que añadía gravedad al asunto al evidenciar la conexión internacional de los terroristas.
Otros diarios de tirada nacional, como ABC o La Vanguardia, también cubrieron brevemente el incidente en sus secciones de sucesos o nacional. En televisión y radio, la noticia fue mencionada en los boletines, subrayando que no había heridos y que se atribuía a elementos separatistas canarios. La prensa local, más cercana al sentir de la población, publicó en días posteriores artículos de opinión condenando el MPAIAC y alertando del impacto negativo que este tipo de actos podían tener en la economía insular (muy dependiente del turismo). Por ejemplo, se recordaba que atacar al CIT era tanto como “atentar contra el progreso de Tenerife”, frase en la que se resumía el rechazo casi unánime de la sociedad canaria a la violencia política.
Cabe mencionar que en aquellos años la información sobre el MPAIAC también llegaba a través de la propia propaganda del grupo: la Voz de Canarias Libre, emisora clandestina operada por Cubillo desde Argel, difundía comunicados tras cada acción. Sin embargo, tras el atentado del CIT, los medios convencionales contrastaron ese discurso con las voces oficiales y ciudadanas que pedían firmeza contra el terrorismo. En suma, mediáticamente el ataque al CIT sirvió para visibilizar a nivel nacional la existencia de una organización terrorista en Canarias, algo que sorprendió a muchos ciudadanos poco familiarizados con el independentismo canario radical.
Escalada de atentados tras el ataque al CIT
El atentado contra el CIT resultó ser el primero de una serie de golpes terroristas que sacudieron Tenerife a inicios de 1978. En las semanas inmediatamente posteriores, el MPAIAC intensificó su campaña con nuevas bombas en la isla:
• 24 de enero de 1978: Estalló un artefacto de goma-2 en la oficina de Correos y Telégrafos del barrio de La Cuesta, en La Laguna (Tenerife), causando importantes destrozos en las instalaciones e hiriendo a una persona por la onda expansiva. Casi simultáneamente, otra bomba explotó en el hotel Parque Mesa del Mar de Tacoronte (norte de Tenerife), provocando cuantiosos daños materiales tanto en el establecimiento hotelero como en varios chalés colindantes. Ambas acciones fueron reivindicadas desde Argel por el propio Antonio Cubillo, líder del MPAIAC, mediante llamadas telefónicas, al igual que en el caso del CIT. Estos ataques coordinados sembraron alarma en Tenerife, pues demostraban la capacidad del grupo para golpear múltiples objetivos casi al mismo tiempo.
• 24 de febrero de 1978: Tuvo lugar el atentado más grave de la historia del MPAIAC. Ese día colocaron una bomba en una sucursal del Banco de Vizcaya en La Laguna. Al acudir los artificieros de la policía para desactivarla, el artefacto explotó inesperadamente mientras era retirada, hiriendo de muerte al especialista Rafael Valdenebro Sotelo, de 27 años. Este policía falleció trece días después a causa de las graves lesiones sufridas, convirtiéndose en la única víctima mortal directa atribuida a una acción del MPAIAC. La muerte del agente causó una gran consternación pública y marcó un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo independentista en las islas.
Estos atentados posteriores al del CIT mostraron que la organización estaba intensificando su ofensiva. Cada nueva explosión aumentaba la presión sobre las fuerzas de seguridad y el Gobierno para tomar medidas contundentes. Asimismo, la secuencia de ataques evidenció cierta imitación de tácticas empleadas por ETA en el País Vasco (colocación de bombas en infraestructuras, amenazas al turismo, etc.), lo que llevó a algunos medios a hablar de una “emulación etarra” por parte del MPAIAC. En Tenerife, el temor a más atentados llevó a extremar las precauciones: se ordenó revisar vehículos sospechosos, se controlaron equipajes en puertos y aeropuertos, y se pidió colaboración ciudadana para denunciar comportamientos inusuales.
Consecuencias y final de la campaña terrorista
El atentado contra el CIT de Santa Cruz, unido a los demás ataques de los primeros meses de 1978, tuvo varias consecuencias significativas tanto a corto como a medio plazo:
• Respuesta estatal intensificada: Ante la oleada de bombas en Canarias, las autoridades centrales españolas incrementaron las operaciones para desmantelar al MPAIAC. Los servicios de inteligencia (CESID) recibieron información de potencias aliadas sobre el grupo, y se coordinaron acciones encubiertas. Esta ofensiva culminó el 5 de abril de 1978 con un intento de asesinato contra Antonio Cubillo en Argel: agentes al servicio del Estado español apuñalaron al líder independentista en la puerta de su casa, dejándolo gravemente herido e incapacitado de por vida. Cubillo sobrevivió al ataque, pero quedó paralítico, lo que le apartó efectivamente de la actividad violenta. Años después, la Audiencia Nacional española concluyó que el atentado contra Cubillo fue ordenado por altos mandos de los servicios policiales de la época.
• Desarticulación del MPAIAC: Privado de su líder y bajo fuerte presión policial, el movimiento independentista armado perdió capacidad operativa. En 1979, el MPAIAC anunció el abandono de la “propaganda armada”, expulsando de sus filas al propio Cubillo y cesando en adelante las acciones violentas. Por suerte para los canarios, el terrorismo del MPAIAC cesó durante 1978 y su trayectoria violenta resultó relativamente corta. Ningún otro grupo tomó el relevo en las islas, y la situación regresó paulatinamente a la normalidad en términos de seguridad. La mayoría de los miembros o simpatizantes activos del MPAIAC no fueron juzgados (muchos habían escapado al extranjero), aunque algunos detenidos menores recibieron condenas por tenencia de explosivos u otros cargos.
• Impacto político: Los atentados de 1978 ocurrieron en pleno proceso de elaboración de la nueva Constitución española. En cierta forma, reforzaron entre la clase política la idea de dotar a Canarias de un régimen de autonomía para canalizar las demandas regionales por vías pacíficas. Si bien el objetivo de independencia total que perseguía el MPAIAC nunca tuvo un apoyo mayoritario, sus acciones violentas pudieron haber acelerado conversaciones sobre el encaje del archipiélago en el Estado autonómico. En 1982, apenas cuatro años después, Canarias obtuvo su Estatuto de Autonomía, si bien Cubillo y los círculos independentistas rechazaron este arreglo por considerarlo insuficiente. Paradójicamente, el fracaso de la vía armada dejó al soberanismo canario muy debilitado en el terreno político.
• Repercusiones en la opinión pública: El recuerdo del atentado del CIT y de la sucesión de bombas en 1978 quedó grabado en la memoria colectiva de Tenerife como una etapa de temor y desconcierto. No obstante, también generó solidaridad: la sociedad isleña cerró filas en contra del terrorismo. A largo plazo, las víctimas de aquellos hechos, en especial el policía Rafael Valdenebro, son hoy recordadas honoríficamente, y se les han rendido homenajes para mantener viva su memoria. La condena social casi unánime que recibieron los atentados del MPAIAC contribuyó a deslegitimar por completo la violencia en el seno del movimiento nacionalista canario posterior. Antonio Cubillo regresó a Tenerife años más tarde, tras ser amnistiado, y aunque continuó su activismo político (fundó el partido CNC), nunca recuperó influencia significativa.
En resumen, el atentado del 19 de enero de 1978 contra el Centro de Iniciativas y Turismo de Santa Cruz de Tenerife representó un episodio de terrorismo independentista que, si bien no causó víctimas, sí logró alterar temporalmente la tranquilidad de la sociedad canaria y evidenció la existencia de tensiones soberanistas en las islas durante la Transición. La pronta reivindicación por parte del MPAIAC y la respuesta firme de las autoridades y medios de comunicación marcaron el desarrollo de los acontecimientos posteriores. Afortunadamente, la cadena de violencia emprendida por el MPAIAC cesó pocos meses después, dejando como legado una lección histórica sobre los peligros de la radicalización política. Las Canarias continuaron su camino dentro de España por vías democráticas, y hechos como el ataque al CIT de 1978 permanecen como un recordatorio de un pasado convulso que no se ha repetido.