miércoles. 09.10.2024
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Irina, una joven armenia veinteañera, se hizo operar recientemente su bella nariz para transformarla  en un apéndice grande, aquilino y giboso, que es una de las características morfológicas por las que se distingue el armenio. Hasta este paradójico punto (una mujer occidental haría lo contrario) el pueblo caucásico quiere ser fiel a sus señas de identidad. Irina lo explica así: “Me hice la rinoplastia porque estoy orgullosa de ser armenia” La persecución sistemática de los turcos contra los armenios entre 1894 y 1922 despertó aún más en éstos su arraigado nacionalismo. Hoy son casi ocho millones los armenios que configuran la mayor diáspora, después de la judía, dispersados entre los cinco continentes: casi tres millones sólo en los Estados Unidos. Es el primer país transnacional del planeta.

Son los armenios que huyeron del primer genocidio del siglo XX (1915), por parte de los turcos, pero que siguen amando apasionadamente a su país en la distancia. Armenia es un territorio bíblico, legendario y místico que despierta en ellos una nostalgia infinita y el sueño de visitar el lugar de sus raíces. Nadezhada Mandelstam no puede expresarlo mejor: “la vuelta al seno materno: al lugar donde todo empezó, a la tierra de los padres, a las fuentes” Los signos de identidad armenios se transmiten con inmensa fuerza a los hijos y nietos de  los exiliados y huidos del genocidio. Se trata de que sientan más sus raíces que las del país en que han nacido ¡Cuánto vodka se habrá bebido evocando a Armenia!

Ararat, una sublime obsesión

Una de sus leyendas reside en su tótem más idolatrado: el gigantesco monte bíblico Ararat. En su cúspide encalló el Arca de Noé tras el diluvio, y, por ello, los armenios se consideran los Progenitores de la Humanidad.  Hace unos tres años, la expedición del chino Yeung Wing Cheung aseguró haber hallado los restos del Arca a 5.000 metros de altura, pero quiso mantener en secreto su ubicación para evitar que sus vestigios sufrieran daños. Es tal la obsesión que los armenios tienen por este imponente y eternamente nevado monte, que no hay ninguno de ellos que no tenga en su casa una imagen del mismo en un cuadro, una alfombra, una fotografía o en un simple llavero. El taxista que me lleva al hotel me muestra insistentemente una foto del monte Ararat pegada al parabrisas, mientras me cuenta con indignación: “¡Nos lo robaron los turcos!” Su obsesión es patológica después de que la URSS y Turquía pactaran en 1923, una división de fronteras que dejaba en manos turcas la propiedad del mítico monte, que había pertenecido a los armenios durante muchos siglos. La pérdida de este emblema protector y símbolo de su identidad fue un duro golpe para el orgullo de los armenios que, desde entonces, han de conformarse con verlo, pero sin tocarlo (las fronteras con Turquía siguen aún cerradas)

Erevan, una ciudad en permanente transición

En Erevan, la trimilenaria capital de Armenia, contrastan los monumentales y melancólicos edificios de la época soviética con los palacetes afrancesados, las amplias avenidas y estrechas callejuelas, en medio de un ambiente con cierto glamour. Una mezcla que denota su transición a la modernidad. Aunque las canciones de Charles Aznavour, su icono más destacado en Francia, se siguen escuchando a menudo en la música ambiental de hoteles y pubs. Uno de los lugares emblemáticos es la decana Plaza de la República, testigo de las manifestaciones populares que cambiaron el rumbo político y social de Armenia. En este entorno se congregan importantes edificios, tallados todos ellos en elegante piedra rosada, que configuran un armónico y simétrico conjunto monumental: el del Gobierno, el del Museo de la Historia, el de la Galería Nacional de Arte, y el del lujoso Hotel Marriot, con sus artísticos soportales arqueados. Resulta especialmente placentero sentarse en las cómodas terrazas de este hotel, para refrescarse con una cerveza nacional Kotayk y observar el constante deambular de la gente que transita frente a ellas. Un rito para “ver y ser visto”

En el city tour, preferible a pie, no debe faltar un paseo por la elegante calle Abovian donde suntuosas mansiones se han transformado en galerías de arte, boutiques de moda y vanguardistas cafés, como el Art Bridge o el de París, en los que cualquier camarero, ante la duda de que el viajero pueda confundir su excelente café con el turco, se apresurará a puntualizar: “Nuestro café es armenio y no de ningún otro lugar”.  También es interesante adentrarse en alguno de los dos Mercados Centrales donde, entre otros productos, proliferan los variados frutos secos, muy típicos en el país, y presentados con exquisito gusto y germánico orden. Los vendedores asedian a los turistas, invitándoles a degustarlos. Otra visita muy recomendable es al Vernisage, un colorista bazar al aire libre en el que se pueden adquirir toda clase de souvenirs, tapices, libros, antigüedades, relojes, instrumentos musicales y recuerdos del tiempo de los zares (vajillas, cubiertos, etc.) así como de la era soviética. No muy lejos de aquí, en lo alto de la ciudad, se encuentra la Cascada. Altares de flores escalonados y fuentes simulando una cascada, junto a obras del célebre artista colombiano Fernando Botero –las de un gladiador y un gato--, ofrecen, además, una espléndida panorámica de la capital, y cómo no, también la del sempiterno monte Ararat, visible desde todos los ángulos de Erevan.

De entre los 25 interesantes museos que existen, hay dos imperdibles: uno, el de Sergey Parajanov. Se trata de un tributo a una de las más grandes figuras del mundo cinematográfico del siglo XX. En este museo se muestran un buen número de sus 1.400 obras artísticas (collages, pinturas, grabados, muñecas, etc.) de una sorprendente y refinada creatividad. Todas ellas realizadas durante su largo encarcelamiento al que le tuvo confinado el régimen soviético, en el que fueron censurados sus visionarios filmes por ser anti-comunista y homosexual. Otro museo para eruditos es el de Matenadaran, que contiene valiosísimas colecciones de manuscritos (más de 17.000) de la era pre-cristiana. 

Viaje al interior

Para adentrarse en la Armenia rural y disfrutar de su exuberante naturaleza, lo mejor es empezar visitando el fastuoso Lago Sevan, uno de los más elevados del mundo. De origen volcánico, sus aguas azul-turquesa sirven de expansión a numerosos armenios que se asoman a sus orillas para bañarse, pescar, organizar barbacoas de trucha a la vinagreta o de cerdo con especias, además de relajarse con las excelentes vistas que ofrecen los montículos del lago en donde se asientan dos ermitas medievales.

Camino al interior del país el paisaje estalla en el frondoso verdor de los valles y de las montañas que flanquean las carreteras que conducen a interesantes regiones en las que los monasterios brotan como por ensalmo. En la de Lori, por ejemplo, los de Sanahin, Haghpat y Akhtala (s. X y XII), y en la de Vayots Azor, el de Noravank (s.XII). 

Aunque, antes de llegar a éste, hay que detenerse en pleno campo para contemplar el  impresionante y curioso cementerio de Khachkars, con tumbas y cruces laboriosamente talladas en piedra. De entre medio de este pétreo paisaje surgen de repente algunas ancianas y grupos de niños, que acosan al viajero para que adquiera calcetines de lana hechos a ganchillo por ellas, e infantiles dibujos del alfabeto armenio pergeñados por los más chicos, que bien merecen unas monedas.

De regreso a Erevan, saldrán al paso más y más monasterios. Uno de los más importantes se encuentra en Christendom. Todos ellos han sido declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.  También la más famosa fábrica de coñac (Armenian), el preferido de Winston Churchill (a botella diaria según las malas lenguas…) Del estadista británico se decía  que practicaba el deporte de las 3 ces: Café, Copa, y Cigarro. Y, antes de abandonar este país, los armenios difícilmente perdonarían que el viajero declinase su invitación a visitar el Monumento al Genocidio. Una tragedia silenciada y negada por una parte del mundo, especialmente, por quienes la perpetraron. En este sentido, J. Michael Hagobian, cineasta armenio, filmó en 1965 Where are my people? (¿Dónde está mi gentes?) en el que recogió centenares de testimonios para preservar la memoria del genocidio turco. Hagobian resumía así su sentimiento: “La raza humana es una sola y nuestro destino está unido”  Tópicos aparte, ésta sí es una visita moralmente obligada. www.franciscogavilan.net

Destacados:

Según el Génesis, tras el Diluvio Universal, el Arca de Noé encalló en el Monte Ararat, un símbolo que los armenios no se resignan a su pérdida porque forma parte de sus signos identitarios

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Erevan, la capital de Armenia, desborda energía por sus cuatro costados, en contraste

con el sosiego que se respira en el interior del país

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GUÍA PRÁCTICA

Armenia tiene una superficie de 29.743 km2 y una población de 3.287.000 habitantes, de los que casi 2.500.000 residen en la capital, y más de 8 millones configuran la diáspora en Rusia, EE.UU., Francia, Líbano, Siria, y otros países.  La economía se basa en la agricultura, aunque bajo el poder soviético también se convirtió en un país industrial (maquinaria electrónica, energía, textil, química, etcétera,). La religión predominante es la apostólica Armenia (cristiana ortodoxa)

 Cómo ir: No hay vuelos directos desde España. Czech (Chequia Airlines) lo hace con escala en Praga: Tel. 91.5426628; Air France, con escala en Paris. Tel. 902207090. Se precisa visado, válido para 21 días, que cuesta unos 20 euros y puede obtenerse a la llegada en el mismo aeropuerto de Ereván.

 Dónde alojarse: En Erevan: Hotel Marriot, Republic Square. Tel. (+37410) 599 000.www.marriot.com; Golden Palace. Azatutyan Ave. Tel. (+37410) 219999. www.goldenpalacehotel.am

 Dónde comer: Restaurante Nairi, Tumanyan 9/1.Tel. (010)52-13-31 (comida tradicional); The Club, 40 Tumanyan. Tel. (+37410) 531361; Malkhas Café. 38 Tumanyan. Tel. (+37410) 501115. La comida típica Armenia consiste en variados entrantes de legumbres, hortalizas, crema de yogur, queso, etcétera,. y carne de ternera, cordero, pollo o cerdo y pescados a la parrilla. Pero también hay cocina internacional.

 Qué comprar: alfombras, tallas de madera, ropa, cerámica, recuerdos hechos a mano, y coñac Ararat (uno de los mejores del mundo, cuya bodega puede visitarse), Churchill.

 Idiomas: armenio (muy gutural) y ruso

 Moneda: el dram (1 euro = 450 drams)

 Más info: Armenian Tourism Development Agency. 3 Nabandyan Street, Yerevan 0010. Tel. (+37410) 542303. www.armeniainfo.am / www.armeniapedia.org

EXÓTICA Y MÍSTICA ARMENIA