miércoles. 11.12.2024
Calatayud y sus peñas se visten de gala para honrar a su patrón y compartir su alegría

Fiesta de San Roque, el arte de combinar devoción, charanga y celebración en un escenario grandioso

Vamos por partes. Devoción, porque el acto principal de las fiestas de San Roque en Calatayud está dedicado a su patrón –en realidad es copatrón ya que el verdadero patrón es San Íñigo Abad, nacido en el año 1000 en la ciudad, y por supuesto también es festejado en torno al 1 de junio. Las copatronas son Santa Teresa de Jesús y la Virgen de la Peña–. Ese acto consiste en la Romería a la ermita de san Roque, que se realiza la madrugada del 15 al 16 de agosto. Se sube hasta la ermita del santo donde se toca una campana, se rezan los gozos, una forma de biografía del santo en verso que todos los fieles responden: “De tus devotos consuelos / sois San Roque soberano. / Dadnos San Roque la mano / para subir a los cielos /”. Y se finaliza con chocolate y bizcochos que se reparten a todos aquellos que han subido a ver al santo.
No se sabe bien cuál es el origen de esta chocolatada que regala la cofradía de San Roque, siempre garante de la pervivencia de estas bilbilitanas celebraciones, aunque, en los albores del siglo XIX, se sabe que era corriente la producción de este alimento en Calatayud, que se preparaba con el renombrado cacao de Caracas. Por cierto, se cuenta que el cercano Monasterio de Piedra fue la cuna del chocolate en Europa, ya que un monje del Cister, Fray Jerónimo de Aguilar, quien acompañó a Hernán Cortés en su viaje a México, envió el primer cacao junto con la receta al abad del Monasterio de Piedra, D. Antonio de Álvaro. Así pues, fueron estos monjes los primeros en probar este manjar.

El consumo de esta golosina siempre fue habitual entre los componentes de toda clase social y sobre todo del clero, que se ocupó en muchos casos de su difusión, valorando sus cualidades sanadoras y nutritivas. En la colegiata de Santa María la Mayor, obra maestra del mudéjar que preside la ciudad y que es Patrimonio de la Humanidad, se contempla en uno de sus retablos al bueno de san José recibiendo, moribundo, una buena jícara de chocolate acompañada de un delicioso bizcocho. El cacao, según se ve, al igual que una charanga o que un buen concierto, eleva alma y espíritu desde hace siglos a peñistas y visitantes.

Charanga, porque todas las fiestas están organizadas por las diez Peñas –que integran a más de 6.000 socios–, que tienen los divertidos nombres de La Bota, El Cachirulo, El Desbarajuste o Los que faltaban, entre otros, y que visten de blanco y con camisas de colores que identifican a cada peña. Cada una organiza un programa festivo propio incluyendo conciertos, espectáculos, comidas, etc. Son destacables los festejos taurinos que se celebrar en el Coso de Margarita.

Entre ellos se elige al “Peñista del año” representante de todos los peñistas. Es alguien que destaca por encarnar y ser ejemplo de los valores de la fiesta, que vive la celebración y participa en todos los actos. Este año es Carlos Navarro Garrido. Su padre y tío fueron fundadores de la Peña Los que Faltaban. Ha vivido la fiesta desde niño. Es ejemplo de que esta celebración y la forma de vivirla se trasmite de generación en generación. Es además miembro de la cofradía.

Celebración, porque durante los días que dura la fiesta, se suceden las ocasiones de disfrutar de una alegría contagiosa en las que el buen comer, y beber, siempre está presente. Ya antes del chupinazo del día 14 que marca el inicio de San Roque se ofrece un ‘Vino de honor’ con algunos aperitivos, luego seguirán los "vermús toreros", raciones, paellas y suculentos banquetes con los que la hostelería bilbilitana y peñas agasajan a sus paisanos y visitantes. No pueden faltar las patatas bravas, gambas a la gabardina, salmueras y calderetas. Ni algunos de los productos típicos de Calatayud, como los “fardeles”, un embutido que se elabora artesanalmente con una mezcla de hígado de cerdo y una cantidad similar de magro de cerdo, el ternasco de Aragón, las borrajas, el congrio seco... Y, por supuesto, las especialidades del tradicional Mesón La Dolores, un símbolo de Calatayud que acaba de cumplir 25 años: Garbanzos con congrio a la bilbilitana, Migas aragonesas con huevo, Huevos rotos con crujiente de panceta, Borrajas con Arroz y almejas...

Fiesta también en los actos multitudinarios, como el chupinazo, la bajada de la Rúa, las charangas, las vaquillas por la mañana y los toros por la tarde, la novena, los autos locos, los muñecos de capea... todo unido con la programación musical de las peñas que incluyen grupos musicales y destacados DJ´s. El conjunto es la mezcla perfecta para pasarlo en grande. Las fiestas de San Roque son amistad, alegría y diversión. Son reencuentros, risas, lloros. Son todas y cada una de esas emociones que se repiten de año en año y que forman parte de su forma de ser. La fiesta está declarada de Interés Turístico Regional por el Gobierno de Aragón desde 1994 y pretende conseguir en breve que sea reconocida como de Interés Nacional.

Escenario grandioso porque toda la fiesta de San Roque trascurre en Calatayud, tradicional cruce de caminos, de cuya larga historia conserva nada menos que cinco castillos de la época árabe, considerado uno de los sistemas defensivos más antiguos de la España musulmana, y un sinfín de casas señoriales y palacios renacentistas. Pero, sin duda, uno de los mayores atractivos de la ciudad es su casco histórico con uno de los mejores conjuntos de arquitectura mudéjar de Aragón. En él, sobresale la mencionada Colegiata de Santa María, declarada Monumento Nacional que combina elementos mudéjares, renacentistas y barrocos. La torre es de las más altas mudéjares de Aragón, con casi 72 metros. En la plaza de San Andrés se sitúa la iglesia parroquial del mismo nombre, presidida por una estilizada torre mudéjar que destaca sobre el perfil de la ciudad.

Hay otros numerosos monumentos, también de estilo mudéjar que configuran un conjunto que forma parte de la Arquitectura Mudéjar de Aragón declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este rico patrimonio artístico se completa, entre otras, con la Iglesia de San Juan, cuyo interior alberga pinturas de Francisco de Goya, y el Museo de Calatayud, que dedica gran parte de su exposición a los hallazgos procedentes de la antigua ciudad de Bilbilis, uno de los yacimientos romanos más importantes de Aragón.

Visitar Calatayud durante las fiestas de San Roque, es una oportunidad, como decíamos al principio, de combinar la devoción al santo, la permanente animación de las peñas, los festejos en torno a las vaquillas, la buena gastronomía, todo ello en el marco espectacular de una ciudad única que acoge a los visitantes con los brazos abiertos.


Más información:
https://www.fiestasdesanroque.com/es/
https://www.calatayud.es/turismo/fiesta/san-roque

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