martes. 11.02.2025

Fuerteventura, la isla serena

No logro recordar cuántas veces habré viajado a Fuerteventura a lo largo de mi vida, ya fuera por ocio o por negocios, pero lo cierto es que no importa el número, pues es uno de esos lugares en los que cada visita se disfruta como si fuera la primera.

Fuerteventura, antaño tierra de destierro y hoy de incipiente prosperidad, es una isla de si­nuosa orografía esculpida en el transcurso de los años por la brisa del mar. Una acuarela de colores ocres, grises y rojizos bañada por un mar cristalino de penetrante azul turquesa.

Erbania, como era conocida durante la época prehispánica, es una de las ocho Islas Canarias (recientemente La Graciosa ha sido declarada oficialmente como la octava isla). Está situa­da a 97 kilómetros de la costa africana, lo que marca de forma acentuada su existencia, y su ca­pital es Puerto del Rosario, anti­guamente denominada Puerto Cabras (por razones obvias, para quienes conocemos su historia).

Fuerteventura es un destino turís­tico sereno, amigable y tranquilo, donde se puede vivir la libertad en toda su expresión. Una isla de clima cálido, en la que descansar con el dulce arrullo de las olas de un cristalino mar que mece sus más de 150 kilómetros de playa de fina y áurea arena.

En Fuerteventura, declarada Reserva de la Biosfera, se hace imprescindible visitar Betancu­ria, antigua capital, situada en el centro de su geografía en la que probablemente sea la zona más desértica de la isla, fundada en el siglo XV y que cuenta con un inte­resante patrimonio histórico que nos transporta a sus orígenes. Co­nocer y disfrutar de un largo paseo por el Parque Natural de Corrale­jo, situado en el noreste, sinuoso campo de dunas que besan una deslumbrante playa de arena fina. Perderse en una visita de ida y vuelta a la cercana Isla de Lobos, situada apenas a dos kilómetros de la costa, un pequeño paraíso al alcance de todos. Evadirse en las infinitas playas de Costa Calma, al sureste, donde se desvanecen el estrés, los problemas y la propia existencia, y donde los amantes de los deportes náuticos como el windsurf o el kitesurf encuentran un espacio inmejorable para su práctica. Perderse en la Playa de Sotavento (¡cuánto la extraño!) en un paisaje mágico, de gran belle­za, más próximo a lo onírico que a lo real, o descansar a la sombra marina del faro de Morro Jable al sur de la isla. Sumergirse en Co­fete, en más de 12 kilómetros de playa virgen, un panorama inigua­lable que permanecerá en nues­tra retina por largo tiempo. Y qué puedo decir del Cotillo, con su Playa de la Concha, un remanso de paz situado al noroeste de la isla y un auténtico descubrimien­to donde solo se puede soñar despierto.

Para los amantes del arte y de la cultura es imperativa una visita al Parque Escultórico de Puerto del Rosario, interesante museo al aire libre con más de 100 obras de di­ferentes artistas. Y para quienes disfrutan con la buena gastrono­mía, la degustación obligada pasa por un plato de carne de cabra y un queso majorero, especialmen­te el de pimentón, reconocido internacionalmente como uno de los mejores en su variedad.

Hoy en día Fuerteventura dispo­ne de una joven y extensa planta hotelera, de la que personalmen­te destacaría dos propuestas: el lujoso Hotel Atlantis Bahía Real, pensado para atender las deman­das más exigentes, y el renovado Sol Beach House at Melia Fuer­teventura, una atractiva, singular, disruptiva y acertada apuesta de­corativa de la conocida marca de moda española Desigual, donde descansar unos días en Fuerte­ventura, la isla serena. Acertada apuesta decorativa de la conocida marca de moda espa­ñola Desigual, donde descansar unos días en Fuerteventura, la isla serena.

Fuerteventura, la isla serena