Un pie en cada mar: SKAGEN

Son muchas las personas que conocen Dinamarca y más concretamente su capital Copenhague, pero no se cuanta gente conoce la ciudad de Skagen situada en Jutlandia, en la punta norte del mapa de este país, más allá de conocer los famoso relojes que llevan su nombre. Yo soy una de esas personas pero gracias a mis maravillosos amigos Paul y Hanna Andersen he dejado de serlo y he enmendado ese  “error” porque viajar a Dinamarca y no visitar Skagen, lo es.

Skagen es famosa por tener una luz especial, y sus puestas de sol son de una belleza difícilmente igualables. El color predominante en Skagen es el amarillo de las fachadas de sus casas y los tejados naranja adornados por unas cenefas blancas, que semejan una terminación de ganchillo, dando al lugar una uniformidad que acreciente la sensación de tranquilidad y serenidad que te embarga nada más llegar.

Durante  el siglo XIX, fue el lugar de vacaciones preferido por pintores y fotógrafos  atraídos por esa luz especial del lugar, por su bellos paisajes, sus playas inacabables y las dunas enormes en constante movimiento.

Así Holger Drachmann, poeta y pintor  danés, a finales del Siglo XIX fijó en Sakegen su residencia y entonces esta pequeña ciudad marinera comenzó sus “años dorados”, pues otros artistas como el pintor Michael Ancher hicieron lo mismo. Ancher se casó como Anna , también pintora y oriunda de Skagen, y más tarde llegarían otros afamados pintores como , Peder Severin Kroyer,  Georg Brandes,  Henrik Pontoppidan.  Esta vinculación con el arte continúa hoy en día y son muchas las galerías de arte repletas de lienzos de pintores actuales que tratan, al igual que en el pasado, de atrapar esa luz que todo lo invade.

El Museo de Skagen  recoge obras de los artistas enunciados y  que se conocieron como “Pintores de Skagen” que inspirándose en este bello lugar captaron preciosas escenas cotidianas de temática marina y  costumbristas. Muchos de sus cuadros me recordaban a Sorolla, quien también sabía atrapar la luz del mediterráneo de forma magistral, en especial  Laurits Tuxen  quien me impacto sobremanera.

Es aconsejable visitar la casa de Michael y Anna Ancher ya que su hija, también pintora, Helga Ancher, la restauró y la conservó dejándola a su muerte a su fundación que lleva su nombre. Allí podremos admirar no solo una gran muestra de pinturas del matrimonio Ancher,  sino también  de otros  muchos  pintores de Skagen que formaban su círculo de amigos y, junto a los  muebles, libros, etc son testimonio de aquellos años dorados

Sankt Laurenti Vej, Avenida Principal de Skagen,  en su mayor parte es peatonal y parece un mercadillo pues la mayoría de sus tiendas tiene un pequeño puesto en la calle como muestra de lo que puedes encontrar en su interior.

En el puerto,  las filas de casas rojas combinado con el blanco de puertas y ventanales son uno de los símbolos de Skagen y, en días soleados, sus terrazas siempre están llenas de gente  comiendo “sild ” (arenque) crudo, fermentado, encurtido o curado  o “ salmón” , el otro rey culinario por excelencia,  con una buena cerveza fría o Gammel Dansk, o ambos,  y un delicioso pan negro.

A pocos kilómetros de la ciudad de Skagen, en el Parque Natural de Greenen, se encuentra la punta de Dinamarca, una punta de arena que se adentra en el Mar del Norte y forma  dos grandes estrechos:  el estrecho de Skagerrat que separa del sur de Noruega, y el estrecho de Kattegat que le separa Suecia.

Llegar hasta la punta no cuesta más de 30 minutos andando por una fina arena y son muchas los daneses  que en un día soleado se acercan a recoger conchas o simplemente a disfrutar del paisaje.

Pero antes de llegar, siguiendo el camino que te conduce a la punta te encuentras con el sepulcro de Drachmann, , escritor y poeta danés de renombre, diseñado por  Kroyer, también artista muy reconocido en Dinamarca, de los que ya he hablado anteriormente.

Enseguida te topas   con  unos auténticos bunkers de defensa alemana, de la segunda guerra mundial, donde es difícil imaginar a seres humanos viviendo dentro de ellos día tras día. Un gracioso había escrito en su pared  “hay habitaciones libres”.

Me emocioné cuando llegue al final de esa gran lengua de arena y metí mis pies en ambos lados del mar, chapoteando y mojándome los vaqueros como cuando era niña pero con una alegría difícil de escribir. La sensación es que estás  entre dos mares, aunque no sea así.

El encuentro de las olas de ambos lados del mar cuando  rompen unas contra otras es impresionante y puedes si tienes suerte observar la llamada “Ola de Grenen”, aunque el mejor sitio para observarla es desde el faro situado muy cerca.

El faro de Skagen (1858) uno de los primeros faros que se construyeron en Dinamarca, conocido  como  como “Faro de los rayos”, porque su haz de luz se puede ver a una distancia de 50 km y, según me dicen,  con sus 46 metros es también el más alto del país.

Nos alojamos en el elegante y sofisticado “Ruths Hotel”. Situado en primera línea de playa, a 5 km del centro urbano de Skagen, en él  no es raro encontrarte a personalidades del mundo financiero y político del país. En un ambiente exclusivo su cocina es de primera calidad y tanto en su terraza, cuando tienes buen tiempo, como en el sofisticado restaurante Sømærket puedes deleitarte con una cocina francesa clásica y platos con las especialidades danesas.

Para el próximo viaje, que lo habrá seguro, me quedan por visitar las inmensas dunas de Rabjerg Mile, que forman uno de los mayores desiertos de arena de toda Europa y la iglesia enterrada, Den Tilsandede Kirke, de  la que en la actualidad sólo queda la torre, pintada de blanco, que servía de guía a los pescadores de la zona y los marineros que navegaban cerca de la costa.

 

Gracias Hanna , Paul y Juanjo por este viaje tan maravilloso.