lunes. 19.05.2025
Destinos

Granada: simplemente emociona

Hay viajes que informan y otros que transforman. El press trip de FIJET España a Granada, del 24 al 27 de abril, fue de esos que se quedan en la piel. Porque no fue solo un recorrido por paisajes espectaculares, bodegas, nieve y pueblos con alma, sino una experiencia de las que se viven con los cinco sentidos… y se recuerdan con el corazón.

Todo empezó el jueves al mediodía, con la salida desde Madrid en AVE. A las pocas horas, ya estábamos respirando ese aire limpio y luminoso que tiene Granada. El Hotel Saray nos dio cobijo y, tras dejar las maletas, comenzó el primer paseo. El centro histórico y el Albaicín nos esperaban como un escenario de película: calles estrechas, casas encaladas, miradores donde el tiempo se detiene. La primera cena, con vistas y buena conversación, fue la señal de que algo especial acababa de comenzar.

El viernes nos llevó a lo alto: Sierra Nevada nos recibió imponente. Visitamos sus instalaciones, aprendimos cómo funciona una estación de esquí por dentro y luego subimos a un trineo tirado por moto de nieve que nos hizo sentir como niños. El almuerzo en Borreguiles fue una pausa deliciosa entre risas, fotos y montañas. Pero el día aún tenía más.

Por la tarde llegamos al Señorío de Nevada, un hotel bodega entre viñedos y montañas. Allí catamos vinos con DOP Granada y disfrutamos del paisaje en calma. Luego, carretera hacia Capileira, uno de esos pueblos donde la belleza no se anuncia: simplemente está. Nos alojamos repartidos entre dos hoteles encantadores y cerramos el día con una cena sencilla pero cargada de sabor y compañerismo.

El sábado fue, sin duda, el más emocional. Salimos a pie a recorrer el barranco de Poqueira: Capileira, Bubión y Pampaneira. Caminamos entre flores, callejuelas y tejados de pizarra, rodeados de historia y autenticidad. Después, Lanjarón nos recibió con un almuerzo en el hotel Alcadima y una ruta del agua que nos recordó que aquí todo fluye con otro ritmo. Volvimos a Capileira ya como si fuéramos de allí.

El domingo, antes de despedirnos, hicimos una ruta panorámica por el embalse de Béznar y Pinos del Valle. Y para terminar, visitamos una almazara donde nos explicaron cómo nace el aceite que da identidad a toda esta tierra. La vuelta a Granada, con picnic en mano y la sensación de haber vivido mucho en muy poco tiempo, fue silenciosa y plena.

Granada no solo nos gustó. Nos tocó. Porque cuando un destino te lo da todo —nieve, historia, vino, pueblo y emoción— no necesitas más. Solo contar lo vivido. Y volver.

 

Granada: simplemente emociona