viernes. 29.03.2024

Algarve, tradición frente a masificación

A quien visita el Algarve por primera vez no deja de sorprenderle el contraste de sus localidades costeras, de la tradición de pueblos pesqueros que han sabido conservar sus raíces frente a la masificación de alguno de ellos, fruto del desarrollo del turismo de sol y playa.

Buen ejemplo de esto lo encontramos en las localidades de Portimão y Ferragudo, tan sólo separadas por el río Arade, a diez minutos de distancia en Taxi Ferry.

El pueblo de Ferragudo se levanta sobre una colina a plomo sobre el estuario del río Arade, coronado por su Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción que data del siglo XVI y a la que tras el terremoto de 1755 y su posterior reconstrucción sin respetar su construcción original,  se le añadió una Virgen en la fachada.

Desde su mirador, situado frente a la Iglesia, se vislumbra el concurrido e hiperdesarrollado urbanísticamente, Portimão, considerado uno de los principales destinos turísticos de sol y playa del país Luso, con la Praia Da Rocha como abanderada. Portimão se destacó en turismo durante las décadas de 1920 y 1930 a través del desarrollo del turismo de sol y playa y es a partir de esa época que la ciudad de Portimão comenzó a urbanizarse con mayor intensidad, perdiendo poco a poco su rusticidad hasta convertirse en lo que es hoy, lo que técnicamente se denominaría “ciudad turística”.

Frente a la estampa de Portimão tan sorprendente como inesperada, nos encontramos en Ferragudo, un pueblo de calles empinadas y cuidadosamente empedradas cuya vida se centra alrededor de la Plaza de la Reina Doña Leonor.

A media mañana aún nos podemos encontrar con un grupo de pescadores recogiendo sus redes en el muelle, grupos de gente tomando “boliños” en las cafeterías de la Plaza y tener la suerte de comprar  pescado fresco en el pequeño mercado o que el frutero del puesto de frutas y verduras nos regale brotes de orégano o laurel de su propia cosecha obtenida en los campos de la Sierra de Monchique.  

De forma casual  descubro entre las calles una pequeña tienda de antigüedades y cosas viejas, “Casa Papagaio” en la que es un placer curiosear entre plata portuguesa, cristal de Murano, cuadros, maquetas de barcos de madera para restaurar y artículos de lo más variado.  Mayor placer produce conocer a sus dueños que entienden y comparten el arte del regateo para quienes disfrutamos de las compras de objetos tan preciados.

Compra en el mercado, café boliño y visita a Casa Papagaio se convierte casi en un ritual diario que hace que la vida en Ferragudo transcurra apacible, amable y feliz, completándola con una visita obligada a Praia Grande, al Beach Bar “Escondidinho” donde cocinan la mejores sardinas a la brasa de la zona, con atardeceres de naranjas, rojos y morados reflejándose en la ría.

Como en prácticamente todas las localidades costeras del Algarve, el día 15 se celebra el día de la Patrona o Patrón, en Ferragudo el día de la Virgen de la Concepción, que fue llevada en procesión hasta el puerto, bendijo los barcos que acudieron a rendirle homenaje y de nuevo llevada en procesión en un  barco de pescadores hasta el viejo puerto de Portimão.

Como celebración final, el Ayuntamiento ofreció un concierto de Fados a cargo de los hermanos Viola, espectáculo que contó con un público entregadísimo y unos turistas como nosotros apenados por no entender la letra de las desgarradoras canciones.

No se puede abandonar Ferragudo sin visitar las famosas cuevas de la costa, de Ferragudo a  Playa de Benagil  cuya gruta, el Algar de Benagil es ya estampa de postales, guías turísticas y símbolo indiscutible del Algarve. No hay una cueva igual a otra, pero todas espectaculares. La visita en embarcación ligera permite adentrase en las cuevas, admirar su belleza así como ya  una vez en mar abierto el esplendor del relieve del Algarve.

Algarve, tradición frente a masificación