viernes. 29.03.2024

Inicios del Turismo en Santa Cruz de Tenerife

En el siglo XIX surge el turismo en Santa Cruz de Tenerife. En esta época dista de ser calificado de masivo; era privilegiado, las clases más pudientes a través del puerto conocían la ciudad y la isla entera. Sus orígenes se remontan al año 1880, fecha en el que todos los barcos que partían hacia América o África Occidental hacían escala, obligatoriamente en Santa Cruz de Tenerife.

Sin embargo, no había línea de atraque. El desembarque de pasajeros se hacía con lanchas de remos, más tarde convertidas en falúas al dotarlas de motor. Datos estadísticos del año 1.880 revelan que el número de turistas que desembarcaba en la costa santacrucera ascendía a 800 por año. Claro está que se trataba de viajeros que llegaban en vapores de las compañías: "Union Castle Steamships, Royal Mail, Elder Dempster, Lamport and Holt y otras". Ese mismo año, los hoteles que podían albergar a los recién llegados eran tres, llamados Orotava, Panasco y Camacho, de 19, 11 y 15 habitaciones respectivamente. Hasta mediados del siglo XX se consideró Santa Cruz como el principal centro neurálgico del que partía el turismo hacia otros lugares de la Isla.

Se retoma la afición por el mar, y, más adelante, por el sol, esto se traduce en el recibimiento de turistas a Santa Cruz de Tenerife que se mostraban atraídos por su calidez. La capital era “la cabeza de puente” para realizar interesantes visitas y excursiones hacía otros puntos de nuestra colosal y volcánica isla.

Se creó un nuevo cuerpo de profesionales turísticos, encaminados a trazar las líneas de desarrollo del sector y surgieron empresas extranjeras que invirtieron grandes sumas de dinero en el negocio. Nuestra tierra se mostraba como el lugar idóneo para la inversión; los terrenos tenían un bajo coste y existía una oferta considerable de mano de obra. Consecuentemente, comenzaron a levantarse edificaciones de gran envergadura como el hotel Mencey, construido por el Mando Económico.

En los años 50, la ciudad de Santa Cruz contaba, entre sus muchos atractivos, con dieciséis hoteles: Mencey, Pino de Oro, Victoria, Wattenberg, Camacho, Orotava, Atlantic, Anaga, Plaza, Paris House, Niza, Olsen, Bristol, Sprag, P.,Ramos y San José, con un mirador, el de Vista Bella, con una plaza de toros, un casino, el de Tenerife, la Sociedad de Tiro de Pichón, la Masa Coral Tinerfeña, el Palacio Insular, el Castillo de Paso Alto, el Círculo de la Amistad XII de Enero, dos salas de té, una de ellas la recordada Atlantida Tea Room y tres salas de baile: Tropicana, Sáhara y Bella Nápoli, una orquesta de cámara, peleas de gallos, que se celebraban durante los meses de invierno en el Frontón Tenerife, un canódromo, con carreras de galgos y apuestas, partidos de la liga de fútbol, que se disputaban en el Estadio del Club Deportivo Tenerife, boxeo, tenis, natación, lucha canaria, servicios de transporte desde la ciudad hasta los lugares más extremos de la isla, con un teatro, el Guimerá, en el que, en distintas épocas del año, las compañías españolas representaban comedias dramáticas y musicales, además de varios cinematógrafos, dos parroquias, la de Nuestra Señora de la Concepción y la de San Francisco, el monumento de mármol El Triunfo, de la plaza de La Candelaria y el dedicado a los Caídos, erigido en la Plaza de España, el Mercado Nuestra Señora de África, un parque municipal: el García Sanabria, un balneario, un Museo Municipal y  uno Arqueológico, el Club Náutico, un excelente clima y la grandiosa amabilidad de sus gentes.

En lo que al tráfico aéreo se refiere, en 1956 habían finalizado las obras del aeropuerto de los Rodeos, financiadas por el Cabildo Insular de Tenerife. Las compañías que hicieron  escala en el mismo, al año siguiente, fueron las inglesas: Overseas, Satrways, Traclair Ltd.. Transair Ltd., O Rion, Hunting Glan, Eagle Aviation, Derby Aviation y Continental; la alemana Condor, la austríaca Aero Transport, la Finlandesa Kar-Air, la sueca Transair-Sweden, la suiza Blair, la francesa Air Transport y la Italiana Transitalia. Iberia había comenzado sus vuelos Canarias-Península quince años antes.

En aquellos años, tanto los tour-operadores como el Estado, convirtieron la isla en un centro turístico. Desde 1957 compañías inglesas, alemanas, austriacas, finlandesas, suecas, italianas, francesas, suizas y españolas realizan operaciones de vuelos charters al aeropuerto Los Rodeos. Comienza el boom turístico en Tenerife.

Santa Cruz por cuestiones socio-políticas comienza a  relajarse y alejarse de este nuevo sistema de generación de riqueza. Y ello lo demuestra que de tener 16 hoteles en los años cincuenta pasa a solo tener 8 en los  años 60: Mencey, Bruja, Diplomático, Anaga, San José, Central, Taburiente y Pelinor. Como se puede apreciar, un considerable descenso en la oferta de hospedaje para el turista.

Las agencias de viaje contabilizadas en la capital, en la misma década, ascendían a siete: Viajes Insular, Aeromar Express, Atesa, Haro, Wagons Lits Cook, Solymar y Meliá.

El movimiento turístico se estaba garantizando en la  isla y concretamente en la ciudad decana del Puerto de la Cruz, pero había que labrar una conciencia turística, mermada quizá por la rapidez con la que el fenómeno se avalanzó sobre la ciudad y el resto de la isla. Por aquel entonces, se apelaba a la responsabilidad de satisfacer los gustos del turista, atraerlo y complacerlo con precios justos, junto a la limpieza y belleza que ofrecía nuestro Tenerife. Aspectos estos últimos en los que los Cabildos, Ayuntamientos y Centros de Iniciativas y Turismo -creados éstos últimos al calor de la esencia del movimiento turístico- jugarían un relevante papel en el futuro del sector.

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