jueves. 28.03.2024

La formación, el eslabón perdido

La formación en el sector servicios debe de ser una prioridad y tiene que ser abordada perentoriamente por las instituciones, las empresas, los trabajadores y los entes académicos, con el objetivo de regular todo el proceso que conlleva la formación integral de unos recursos humanos que, hasta el momento, se han ido moldeando por la inercia del propio trabajo diario; pero sin la impronta y la implantación de la vanguardia en este sector. Con esta improvisación constante y con el “autodidactismo” nos encontramos a la cola de la Formación Turística en el ámbito europeo. Mientras otros países de nuestro entorno regularon las enseñanzas turísticas desde sus inicios, en Canarias hubo que esperar hasta que las mismas necesidades del mercado impusieran su lógica. Según datos de los barómetros europeos la formación y las políticas en esta materia dejan mucho que desear. Eso sí, demos las gracias a nuestras autoridades autonómicas por la quimérica estrategia realizada en este campo.

Canarias es un “Destino Pleno” desde hace cuatro décadas; siendo zona de referencia en el mundo y sin embargo en la formación no existimos. El haberse formado académicamente en estas islas, no es símbolo de fortaleza, es referente de debilidad. ¿Por qué la formación turística en Canarias adolece de reconocimientos académicos y empresariales? ¿Por qué nuestros mandatarios no se han preocupado de elevarla a la máxima potencia? ¿Por qué hoy en día, seguimos hablando de Cornner, Lousane, etc., y no de  Canarias como referente formativo? De nuevo hemos zanganeado en la creación de unos cimientos poderosos para mantener esta gran estructura económica. Y años hemos tenido para haber planificado, desarrollado e ir recogiendo los jugosos frutos de esta imprescindible inversión.

Las auditorías insisten en la necesidad de la renovación del sistema, la reconversión de las enseñanzas, la participación público-privada, la coordinación administrativa, la valoración de la formación profesional ocupacional y la necesidad de la intervención de los agentes sociales y económicos en el diseño de los contenidos. En todos los análisis prospectivos que se han realizado sobre la evolución de las actividades relacionadas con el turismo, aparece un fundamento preponderante, el cual lo debemos tener siempre en constante progresión y fuerte crecimiento cualitativo como una de las principales y constantes prioridades: la Formación.

Vivimos en un periodo caracterizado por un nuevo orden en la acción de aprender una técnica o una profesión, ya que el desarrollo del sector, lo está demandando y si no se le da vivacidad, con cambios sustanciales, poco se habrá aportado al futuro de esta industria. Cada día nos solicitan profesionales con mayor cualificación. La formación es un factor estratégico en la creación y mantenimiento de las ventajas competitivas de un destino. Si hablamos de un futuro relativamente próximo, parece lógico que las actividades turísticas se deban estratificar en dos niveles diferenciados y con diversos grados, intensidad y magnitudes.

Por un lado, existe una serie de necesidades formativas para aquellas personas que van a tener que desarrollar actividades en puestos directivos. En dicho caso, se exigirá métodos educativos que tiendan a permitirles orientarles en habilidades relacionadas con los idiomas, la multiculturalidad, la informática, la gestión de equipo humanos diversificados, el marketing y la polivalencia funcional; todo ello dentro de las nuevas corrientes de inteligencia emocional. Se deberá intentar instruir a personas que a la vez posean una apertura de miras en la gestión empresarial y unos sólidos fundamentos teóricos y prácticos de administración de empresas turísticas. Todas estas necesidades formativas deben implantarse ya, para que se pueda responder a las demandas.

Por otro lado se solicita un personal muy especializado en tareas operativas de diversa índole. Para ellos los argumentos inmediatos deben posicionarse esencialmente, en conseguir el mayor grado de capacitación profesional, aunque sin dejar de lado, una educación de la persona en su totalidad, en este caso, los aspectos profesionales deberán ser lo más predominante.

Por consiguiente de manera simplificada podemos afirmar que la formación para los directivos está en la órbita universitaria, mientras que para el personal operativo se sitúa en el campo de la formación profesional, ciclos formativos y los correspondientes períodos de reciclaje continuo que la dinámica empresarial y profesional imponen. Pero con un concepto de formación universitaria y formación profesional diferenciados al actual. La universitaria en su concepto global debe tener un mayor contacto con la empresa, sin demasiadas rigideces en el desarrollo del currículum formal y mucha más actividad no reglada. En cuanto a la formación profesional debe existir una mayor cooperación entre la escuela y la empresa, trabajando conjuntamente en los aspectos profesionales y educativos y elevando al máximo exponente la necesidad de este personal operativo como base ejecutoria para la “Calidad Total”.

La investigación constituye otra carencia significativa por la importancia de los cambios y avances tecnológicos que esta teniendo el sector.

Estas transformaciones no son fáciles, ya que precisamos de más recursos económicos y sobre todo de una profunda evolución en las mentalidades de nuestras autoridades. Hoy, estamos obligamos tener a los mejores profesionales para seguir estando en la elite de los destinos turísticos. La formación debe comenzar a ser el principal eslabón para un mejor desarrollo de nuestra primera industria. Está desapareciendo el filón de la “amabilidad” que tantos errores profesionales y técnicos ha salvado. La sonrisa hacia nuestros clientes, los turistas, no tenemos que perderla, pero una sonrisa amable con profesionalidad debe ser el “sello canario” del futuro.

La formación, el eslabón perdido