jueves. 28.03.2024

Condena enérgica a una guerra sin sentido entre Armenia y Azerbaiyán

Desde febrero de este engorroso 2020, estamos sumergidos en un exclusivo dilema, “la pandemia”. Pero nuestro mundo ha seguido rotando y toda la tarea que había pendiente se ha pospuesto. Hay cientos de cuestiones a resolver que van explotando a nuestro alrededor. Esta época tan acelerada nos ha traído muchos endebles gobernantes con rumbos entre nebulosas que no están dando soluciones a los grandes dilemas.

Hace más de 30 años se inicio un conflicto bélico en Nagorno Karabaj en el Cáucaso Sur. Hoy, Armenia y Azerbaiyán cruzan de nuevo disparos que dejan muertos y heridos en una de las zonas más calientes del planeta. Estos dos países están en guerra técnicamente desde 1988 y acordaron un inestable alto al fuego en 1994.

Las diferencias étnicas, políticas y religiosas que llevaron a la Guerra del Alto Karabaj hay que remontarlas a varios siglos atrás, cuando comenzaron a florecer las diferencias que explotarían a finales de la década de 1980.

Los armenios son los residentes más antiguos en esta área y en el siglo XII perdieron su independencia, ya que imperios más potentes como los persas, los otomanos y luego el imperio ruso se impusieron por la fuerza.

A lo largo de los tiempos se asentaron las diferencias étnicas, religiosas y lingüísticas que dieron paso a dos naciones, Armenia y Azerbaiyán.

Hace cien años, cuando cae el imperio ruso, se produce una gran limpieza étnica de armenios. Y Armenia se enfrenta a Azerbaiyán. Es entonces cuando llega la Rusia soviética y ocupa ambas naciones. Stalin, declara esta área de Nagorno Karabaj como una región autónoma dentro de Azerbaiyán. Moscú transfiere el control de la región con la mayoría armenia a Azerbaiyán.

Cuando La Unión Soviética se derrumbó se vuelve a activar el conflicto. En febrero de 1988 retumbaron los ecos de la artillería.

Durante 1994, los armenios de Nagorno Karabaj lograron crear un Estado independiente de facto.

Armenia ha estado históricamente aliada con Rusia, mientras Turquía lo está con los , que fueron parte del imperio otomano y son islámicos chiítas.

Ahora lo que toca urgentemente es condenar los enfrentamientos y pedir que las hostilidades se detengan inmediatamente para que se comience a dialogar con intermediarios internacionales bajo el auspicio de la Unión Europea.

En este siglo no se puede hacer uso de la fuerza y lamentar la pérdida de vidas y el coste para población civil por algo que debe resolverse en una mesa de dialogo y entendimiento.

Miguel Ángel González Suárez

Presidente

FIJET España (Federación Mundial de Periodistas de Turismo en España)

Condena enérgica a una guerra sin sentido entre Armenia y Azerbaiyán