viernes. 29.03.2024

De nuevo y siempre “La Costa del sol”

Han pasado muchos años desde mi última visita a la costa del sol y la oportunidad que me brindó Euroal 2016 no podía desperdiciarla porque los recuerdos de la simpatía de sus gentes, de sus playas, del sol y, en fin, de la belleza de lo que aún recordaba han sido suficientes para regresar.

Y no me equivocaba, lo que recordaba sigue siendo tal cual e incluso mejor, y lo que no conocía me dejo atónita e impresionada.

Mi recorrido comenzó en Torremolinos, donde cada año se celebra la feria de Turismo “Euroal” que este año cumple su XI edición y que , como siempre, ha sido un éxito, porque además de la posibilidad de que los diversas empresas turísticas  establezcan nuevas relaciones, de que se presenten nuevos lugares o nuevas vías para viajar, Euroal tiene una particularidad que la hace especial y única: su postour de prensa que cada año se realiza mostrando lo mejor de Andalucía y que permite a aquellos  asistentes establecer  relaciones, en este caso, de amistad, porque de Euroal siempre sales con nuevos amigos de todas partes del mundo. Y este año no iba a ser menos y del mismo regrese con nuevos amigos como Javier de Santo Domingo o Carlos de Argentina.

Torremolinos te brinda además el placer de unas playas  de arenas algo gruesas,  pero de aguas limpias y una multitud de actividades lúdicas pues, no hay que olvidar que, la vinculación e esta ciudad con el turismo vienen de muy lejos. De hecho cuenta con la Escuela Universitaria de Hostelería y Turismo (dependiente de la Universidad de Alcalá situada en el antiguo Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, declarado bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía y que es una obra emblemática del llamado "Movimiento Moderno.

La ciudad de Torremolinos debe su nombre a la “Torre de Pimentel” de origen árabe  y a sus numerosos molinos de agua que, por su pureza,  abastecían las localidades cercanas y que, por esa misma razón, era paso obligado de los barcos que marchaban en campaña y se detenían en Torremolinos para buscar agua y víveres para aprovisionarse. Los molinos fueron destruidos en 1704 por los británicos  cuando las autoridades de la ciudad se negaron a servir agua a su flota y a al canje  de prisioneros españoles por británicos.
Pero en 1849, 14 de esos molinos habían sido reconstruidos y la mayoría se dedicaron  a moler trigo,  sal, minerales y aceite. Y aunque la mitad de ellos han desaparecido, podemos ver la fachada de algunos de ellos reconvertidos en la actualidad en restaurantes.

Comenzamos el ya nombrado postour en  CAMINITO DEL REY que cumple ahora el primer año desde su reapertura. Ubicado dentro del “Desfiladero de los Gaitanes”, es un hermoso paraje natural cuyo origen está en la colisión de  las placas tectónicas europea y africana y los sedimentos marinos que fueron acumulándose durante algunos cientos de millones de años. Paredes altas y escarpadas, pasarelas, un puente colgante a 105 metros de altura y un recorrido lineal,  te crearán una inevitable sensación de vértigo. En origen se trataba de un pequeño sendero de servicio que atravesaba el desfiladero y  que pasó rápidamente a formar parte de la vida cotidiana de los habitantes del “Chorro” donde, parte de los trabajadores que habían participado en la construcción de la presa se instalaron definitivamente. El caminito fue vital para todos ellos y el trasiego de personas fue continuo, tanto de día como durante la noche, pues el camino contaba con luz eléctrica, y permitió a los niños asistir a la escuela, a las mujeres avituallarse de los productos de primera necesidad y, en general, a  todos los habitantes mantener un contacto directo con otras poblaciones más allá de las sierras que rodean estos parajes. Cuando atraviesas  el “nuevo “caminito del Rey, puedes ver, bajo el actual, el antiguo caminito, y te sobrecoge pensar que lo atravesaban unas veces a pie, otras a caballo e incuso en  bicicleta y, a veces, cargados con paquetes y compras.  ¡La necesidad crea valientes!

Siguiendo el triángulo malagueño del itinerario llegamos a Ronda cuya historia comienza con los pueblos celtas quienes, en el siglo VI a. C. la llamaron “Arunda”, pasando por fenicios,  griegos, romanos y un período bizantino, visigodos y  musulmanes hasta que, en 1485, el rey Fernando el Católico logra tomarla tras un prolongado asedio.

Sin embargo, aún a pesar de su rica historia,   es su situación geográfica la que la hace tan especial y única, pues la ciudad se asienta sobre una meseta cortada por un profundo tajo excavado por el río Guadalevín de unos 500 metro de longitud y 100 metros de profundidad y con una anchura de unos 50 metros.  La cornisa del tajo, y el llamado “Puente Nuevo” (1759 y 1793)  que lo salva, son la imagen por antonomasia de la ciudad. El puente  une las zonas histórica y moderna de la ciudad, y en su parte superior, sobre un arco central de medio punto, contenía las dependencias del puente que posteriormente fueron utilizadas como prisión, como discoteca y en la actualidad alberga un museo.

Ronda es también famosa por su plaza de toros, una de la más antiguas y afamadas del mundo,  que pertenece a la Real Maestranza de Caballería que fue fundada en 1572 con fines de entrenamiento para la defensa y las guerras del reino. Allí desde  1954, año del II Centenario del nacimiento del torero Pedro Romero, se celebran las afamadas corridas goyescas donde, matadores de toros, banderilleros y picadores, van  vestidos con trajes del siglo XVIII al estilo de las pinturas de Goya. Detrás de la Plaza de Toros, situado en la Plaza del Teniente Arce, una escultura rinde homenaje al toro rondeño. Y, en el lugar conocido como “el picadero”, se levantan las estatuas de Cayetano Ordóñez “Niño de la Palma” y Antonio Ordóñez, padre e hijo. Ronda se siente orgullosa, sin duda, de su vinculación a la fiesta nacional.  

Muy cerca de la plaza, el “Parque”, con sus jardines y uno de los miradores más espectaculares del mundo nos llama para asomarnos a uno de sus balcones, el conocido como “balcón del coño”, porque cuando te asomas a él y ves el enorme vacío, no puedes evitar gritar: ¡¡coño!!  doy fe que sentí un vértigo solo superado por la impresionante vista que desde él tienes de la serranía y…¡del vacío!. El Paseo de Blas Infante flanqueado por los bustos de , quien se inspiró en Ronda para su obra “Por quién doblan las campanas”, de un lado y por Orson Wells de otro, cuyas sus cenizas reposan en la Ciudad del Tajo, recuerdan la estrecha relación que ambos tuvieron con Ronda y  su afición a los toros. Nuestro guía nos contó que en origen ambos bustos se encontraban en otra ubicación y que al trasladarlos, los colocarlos al revés, de manera que ahora parecen enfadados y no se miran, en contra de lo que fuera  la intención de su autor.

Embebida en el espíritu rondeño recordé a “Curro Jiménez” y a al actor que le dio vida, Sancho Gracia, a quien tuve oportunidad de conocer personalmente pues fue compañero de colegio de mi suegro mientras vivió en Uruguay, y amigos íntimos el resto de sus vidas. Las aventuras de estos bandoleros, que se dedicaban al asalto de caminos para poder subsistir, fueron también fuente de inspiración para escritores románticos como Washington Irving, Mérimée, Ford o Doré que siguiendo el “camino del inglés” pernoctaban en Ronde e internacionalizaron las figuras del bandolero, la maja serrana y el torero valiente. En recuerdo a todos ellos existe, cerca del Puente Nuevo, una placa dedicada a “los viajeros románticos” con algunas de las frases que dedicaron a esta ciudad.

En la zona moderna, en el barrio del Mercadillo, se encuentra el Parador de Turismo construido sobre lo que antes fue el Ayuntamiento y el mercado de Abastos así como buena parte del legado artístico modernista como el edificio del Círculo de Artistas o Casino de Ronda donde Blas Infante organizó la primera asamblea andaluza.

Mención aparte merece la gastronomía de la región y tuve la oportunidad de conocerla en el afamado Restaurante “Pedro Romero” que debe su nombre al  famoso torero rondeño que, descendiente de una dinastía taurina ( se atribuye a su abuelo, Francisco Romero, el mérito de ser el primero que empleó la muleta y el estoque para dar muerte a un toro), fue  “el matador de reses bravas que ha ejecutado la suerte de matar con perfección no igualada por nadie”, y que más de un siglo antes que Belmonte y Manolete, recomendaba la quietud del torero en la escuela sevillana.  Allí cené, sin duda alguna, el mejor “rabo de toro” de mi vida junto con otras viandas exquisitas de la gastronomía rondeña.

Me quedó mucho que ver, la muralla árabe que rodeaba Ronda,  los baños árabes o el Convento de San Francisco, pero lo hare cuando regrese a ver las corridas rondeñas.  .

En el “Reservatauro”, declarado por la Unesco Reserva de la biosfera, al estar dentro de las estribaciones del Parque Natural Sierra de las Nieves, pudimos conocer de primera mano todo lo referente a  la cría del toro bravo y el caballo de Pura Raza Española. Y, si bien muchos de mis compañeros “anti taurinos” siguen siéndolo tras la visita, cambiaron de opinión sobre muchos  tópicos y prejuicios respecto del Toro de lidia. Comenzamos la visita con una fantástica paella donde pudimos hablar con Rafael Tejada, torero rondeño, alma de este lugar, al que agradezco su amabilidad y su  guía. En la plaza de tientas, se prueba la bravura del toro y se selecciona a las vacas según  sus cualidades para su futura reproducción, después  recorres parte de  las 80 hectáreas de terreno de Reservatauro, con varias paradas para ver las distintas etapas de la cría, tanto de los caballos de pura raza como del cerdo ibérico, la  vaca brava y  el toro de lidia y terminamos  con una clase magistral  de como  coger  y mover el capote que, por cierto, ¡pesa mucho!. Los toreros deben estar muy en forma sin duda.

Continuando el viaje y llegamos a Antequera, a la definiría como “HISTORIA DE ESPAÑA HECHA CIUDAD”.

La fundación de Antequera va ligada a la aparición del municipio romano de Anticaria, pasando posteriormente por el periodo visigodo, islámico, o los florecientes siglos XVI y XVIII hasta la actualidad donde Antequera fue uno de los centros ligados a los inicios del nacionalismo andaluz pues, es en este lugar, donde se acordó el llamado Pacto Autonómico de Antequera en 1978, que condujo a la consecución de la autonomía para Andalucía.

Pasear por Antequera, es una lección de historia ilustrada al aire libre. Comenzando por los dólmenes de Antequera con los que nos remontamos  4500 años cuando se asentaron los pueblos megalíticos en el valle del Guadalhorce durante la llamada edad del cobre. Los dólmenes, “Menga”, “Viera” y “El Romeral”, que por poseer una falsa cúpula cubriendo la cámara funeraria principal algunos le llaman la capilla Sixtina de la antigüedad, han sido declarados monumentos nacionales.

Pasamos al siglo XVI atravesando el “Arco de los Gigantes” que sustituyó a la antigua entrada musulmana y que conserva en su decoración los símbolos de la ciudad: un jarro de azucenas, un león y una torre y esta rematado por las piernas de lo que debería haber sido una figura humana. El ojo del arco ya te permite ver la monumental y magnifica “Real Colegiata de Santa Maria la Mayor” del siglo XVI que, como ocurre muchas veces al tardarse tanto en su construcción, es una mezcla de estilos y así, aunque en ese tiempo el estilo gótico se fue abandonando en pro del estilo renacentista, subsisten algunos motivos junto a detalles mudéjares y manieristas. Actualmente no se dedica al culto, sino a acoger conciertos y exposiciones itinerantes. Sin embargo a finales del siglo XVI la institución colegial pasó a “San Sebastián· con su fachada de estilo renacentista que destaca sobre todo por  su bellísima torre de estilo barroco-mudéjar del siglo XVIII.

Sin andar mucho y volviendo atrás en la historia podemos  admirar, a unos pasos, La Alcazaba; situada en la parte más alta de la ciudad para que fuera más fácil su defensa, la historia de la Alcazaba es la historia de la península; proclamación del Califato, periodo de los Reinos Taifas, cuya debilidad trajo consigo primero a  los almorávides y posteriormente los almohades que  fueron quienes levantaron los dos anillos de murallas que hoy podemos contemplar protegiendo la medina puesto que la presión castellana de la reconquista iba en aumento. Desde el edificio se pueden contemplar unas vistas preciosas de la ciudad y algo más a lo lejos “la peña de los enamorados”, con  su silueta de cara humana acostada mirando al cielo. Una leyenda, producto de la situación fronteriza de culturas, cuenta que Tello, un joven cristiano capturado por los musulmanes, se enamoró de la hija del alcalde llamada Tagzona, y  que, huyendo ambos  y ante la persecución a la que fueron sometidos, decidieron despeñares saltando al vacío de esta peña. Curioso es que esta leyenda e anterior en el tiempo tanto a “Romeo y Julieta” como a la de “los amantes de Teruel”.

La importancia fronteriza de Antakira hizo que fuera el propio regente Fernando "el de Antequera",  que gobernaba en nombre de su sobrino Juan II (llegaría a ser rey de Aragón en 1412 en base al Compromiso de Caspe), quien asumiera personalmente el asedio de la ciudad que concluyó en 1410. Los cronistas narran una  leyenda por la que cuando el infante don Fernando dudaba  en la conveniencia de asediar la ciudad se le aprecio de noche Santa Eufemia que le dijo “mañana, salga el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera”, de ahí el dicho tan conocido.

Antequera conserva de su pasado además numerosas  iglesias, conventos, puertas, esculturas  y palacetes de distintas épocas y estilos que responden a su importante pasado.

Nuestro último destino fueron  las afamadas Cuevas de Nerja declarada Monumento Histórico Artístico (1961) y Bien de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español (1985), donde llegamos a media tarde y con un el calor sofocante por lo que descender por la cueva fue un gran alivio. Tuvimos la fortuna de que nuestro guía era hijo de uno de los descubridores de la cueva, Don José Luis Barbero de Miguel,  y eso hizo que junto a las explicaciones “al uso”, se unieran anécdotas  vivenciales que, contadas con tal sentimiento, nos sobrecogían  y encantaban. 5 adolescentes que, buscando murciélagos para dar un susto a las chicas del pueblo, se deslizaron por esas cuevas sin luz, pues solo contaban con dos linternas.  Pensé en la preocupación de sus padres porque se había hecho de noche y no sabían dónde estaban sus hijos. Nos contó nuestro guía la bronca que se llevó su padre por parte de su abuelo y, la ocurrencia de mi compañero dominicano  Javier…., que dijo que estaba seguro que las bofetadas habrían sido en monosílabos, es decir “como” (bofetada), se (bofetada),  te (bofetada), ocurrió (bofetada), meterte (bofetada),  ahí (bofetada) hizo que todos nos carcajeáramos durante largo rato. La grandiosidad de las cuevas, (“Conducto del Descubrimiento”, “La Sala de la Cascada”, “La sala del Ballet”,  “La Sala de los Fantasmas”, “La Sala del Cataclismo”), las preciosas formas que se han ido formando y los símbolos rupestres que se han encontrado allí y que todavía siguen estudiando su significado, las hacen muy únicas y especiales.

Tras las cuevas regresamos a Málaga, donde las sorpresas iban a continuar. La Málaga que conocí hace años ha cambiado mucho, y para bien. Los edificios emblemáticos, la alegría de las gentes, el sol y el mar siguen inamovibles.  La visión de la Alcazaba y del anfiteatro romano a sus pies te deja sin aliento. La Alcazaba, con su doble recinto amurallado fue construida por el rey de taifas Badis ben Habús  y durante la reconquista fue un bastión infranqueable en la toma de Málaga hasta que 1487 los Reyes Católicos pudieron entrar en la ciudad.  Esta construcción logra armonizar la rudeza de las edificaciones defensivas con la belleza de sus estancias y jardines interiores y bajo ella se encuentra  El Teatro Romano de Málaga del siglo I a.C, considerado como el monumento más antiguo de la ciudad de Málaga, que fue descubierto en 1951 durante la realización de los jardines de la casa de la cultura (Capiteles y columnas del mismo fueron usados en la alcazaba como sustento de los arcos de herradura de sus puertas) y la vista de ambos edificios resulta inolvidable.

Pero algo ha cambiado, Málaga cuenta desde finales del 2011 con el “Muelle Uno “que está situado junto al Puerto de Málaga, y termina en ‘la Farola’, faro que se alza 38 metros sobre el mar, lugar ideal para pasear, comprar en los Mercadillos de artesanía que allí se colocan, comer, asistir a conciertos o ir de exposiciones. Aquí desde marzo de 2015 se situó el cubo del Centre Pompidou Málaga que con sus colecciones  como “Autorretratos”, “El hombre sin rostro” o “el cuerpo en pedazos” se ha convertido en un referente del arte moderno y contemporáneo. Quedé fascinada con la obra de Kader Attia  pero sobre todo por el innovador programa de “mediación intercultural” que lleva a cabo el centro destinado sobre todo a un público joven, con el que se ofrece un acompañamiento que propicia el descubrimiento de las obras adaptándose “tanto a personas poco o nada familiarizadas con el arte moderno y contemporáneo como a un público experimentado”. Fue un placer escuchar a Sonia Pérez que nos mantuvo permanentemente en vilo anhelosos de sus explicaciones.Un paseo en barco por la  costa nos llevó al precioso puerto de Benalmádena para terminar de nuevo en Málaga cenando en la famosa bodega-bar “El pimpi“fundado en 1971 en un antiguo caserón malagueño del siglo XVIII y que debe su nombre a un personaje popular malagueño  que ayudaba a las tripulaciones y pasajeros de los barcos que llegaban al puerto de la ciudad, siendo los primeros guías turísticos de Málaga. “El Pimpi” cuenta con diversos salones decorados de manera diferente pero nosotros cenamos en el Salón de los Barriles,  con una su decoración típicamente malagueña repleta de barriles con mensajes de grandes personalidades. El “saber hacer” de los camareros acostumbrados al trato, serviciales y amables, destacando a Juan entre ellos., unido a las magnifica comida tradicional supuso el cierre de oro a un magnifico viaje a la Costa del Sol.

Quiero destacar el trabajo realizado por Maria Piédrola Soriano del Patronato Provincial de Turismo de la Costa del Sol, que siempre estuvo pendiente de nosotros y que con su simpatía y profesionalidad hizo que este viaje fuera tan especial y agradecer a mi compañero gran fotógrafo argentino Carlos Snaimon por cederme la mayoría de las fotos que ilustran este artículo.

De nuevo y siempre “La Costa del sol”