miércoles. 24.04.2024

Turismo necesita un líder

El miedo escénico, en el subsector turístico, nos arrastró a la pérdida de la ventaja competitiva de nuestro destino. No hay garantía contra la caducidad de un destino turístico, o producto, advertía Levitt. A pesar de que los políticos maquillen la situación venidera, los empresarios agudizan el ingenio para que su producto no quede obsoleto, sabiendo que otros destinos emergentes harán que lo sea, para superarnos. Hemos perdido de vista que la empresa es un organismo de satisfacción al cliente. Ya que un destino turístico con la gran inversión, acompasada y orientada al cliente; no a los caprichos de ciertos inversores; exige mucho más esfuerzos que buenas intenciones y trucos promocionales. 


Tiene que ver con temas profundos sobre organización humana y liderazgo. Y liderazgo es lo que falta en la Viceconsejería de Turismo del Gobierno Canario. Turismo necesita un líder. Las empresas, los ciudadanos necesitamos a alguien con una visión capaz de producir un vasto número de viajeros y seguidores entusiastas. Porque "En el mundo de los negocios, los seguidores son los clientes". Ellos, los políticos de la Coalición, desconocían nuestras señas de identidad. Algunas las ocultaron, otras, las aniquilaron. Ahora, todos somos canarios sí, pero ¡qué tenemos! Humo. 


Ni protegieron, ni gestionaron, tampoco defendieron nuestros recursos. Los Cabildos no reducen las tasas aeroportuarias, que gravan los alimentos que importamos a través del Puerto, encareciendo la cesta de la compra, el menú, obligando a cerrar restaurantes y casas de comidas con módicos precios, perjudicando a la clase media. La agricultura, en precario. Organizamos conciertos con músicos foráneos, despreciando a nuestros artistas, jóvenes creativos, sin derecho a paro. No creen en los canarios, descubrir talentos no mola. 


Deberíamos recordar que parte de las funciones de la política turística son: ordenar y orientar, con el fin de mantener las reglas del mercado para el ejercicio de la actividad turística. Facilitar y estimular el desarrollo de la actividad turística, financiándola y gestionándola en beneficio de sus habitantes. Y en cuanto a las responsabilidades de planificación: el desarrollo de los planes de formación y empleo, para este gobierno, consiste en malgastar la inversión en becas que no garantizan empleo, ni la integración empresarial. Con menos estrategias de incentivos e impulso. 


La lógica de la localización turística pone de manifiesto la presencia de factores de tipo comparativo en buena parte de los destinos. Sin embargo no todos los espacios, con ventajas comparativas, son capaces de desarrollarse como destinos turísticos competitivos, ya que adolecen de las capacidades para utilizar sus recursos desde una perspectiva de largo plazo, aprovechándolos de forma incontrolada, apostando por el turismo masivo que genera ingresos ascendentes en el periodo de descubrimiento y crecimiento del mito, pero decayendo paulatinamente al mismo tiempo que se agota el recurso turístico. 


Para conseguir el control del uso de los recursos, la competitividad de un destino implica cooperación, concertación y aplicación del conocimiento de los distintos actores que lo integran. Hay que unirse como una piña, dicen. Primero pasan lista, lo económico no importa. Entiendo que ahora, lo importante es revalorizar el rol social de los procesos de aprendizaje, acumulación y mejora de competencias y educación, en el entorno laboral. Aunque existe cierta tendencia a reconocer el éxito competitivo de un destino turístico, considerando, casi con exclusividad, los ingresos monetarios alcanzados, no siendo el último motivo que debemos contemplar. El petróleo sería una alternativa. Otra, la emigración.

Turismo necesita un líder