viernes. 29.03.2024

Turismo, desarrollo rural y sostenibilidad

El término turismo rural se utiliza cuando la cultura rural es un componente clave del producto ofrecido. El rasgo distintivo de este género es el deseo de ofrecer a los visitantes un contacto personalizado, de brindarles la oportunidad de disfrutar del entorno físico y humano de las zonas rurales y, en la medida de lo posible, de participar en las actividades, tradiciones y estilos de vida de la población local. Se identifica por el buen aprovechamiento de las construcciones de la arquitectura tradicional y está basado en un ocio activo en el medio natural. Es un artículo relativamente innovador que responde a las nuevas demandas, siendo una actividad ampliamente sostenible. Las previsiones mundiales de la OMT  para 2020 prevén  para este segmento, el 3% de todos los turistas internacionales.

El agroturismo, es un parte del mercado del turismo rural bien definido, que consiste en realizar periodos vacacionales en granjas y permite a los agricultores diversificar sus actividades, añadiendo al mismo tiempo valor a sus productos; representa una ínfima porción del turismo rural. Sin embargo, en algunos países europeos como Austria, Francia, Italia y Suiza, el porcentaje de granjas que ofrecen algún tipo de alojamiento es considerable.

La gama de productos que se ofrece a los turistas rurales sigue siendo relativamente limitada, aunque con previsión de aumentar notablemente en la próxima década. Si bien no se espera una orientación masiva de las vacaciones hacia este segmento.

El turismo rural puede ser una valiosa contribución para las economías de los medios rurales y ofrecer interesantes beneficios potenciales, entre los que cabe destacar los siguientes: la conservación y creación de empleo, el apoyo a las granjas, la incentivación al suelo agrícola, la preservación del paisaje, el sostén en los servicios, el apoyo al arte y a los productos artesanales, la defensa de la naturaleza y las mejoras ambientales. Esta parcela permite diversificar los componentes de las economías que, de otro modo, estarían condenadas a desaparecer, con los consecuentes costos humanos. Uno de sus grandes valores es que permite mantener, proteger e incluso potenciar nuestro patrimonio y bienes culturales. En conclusión, atesora ampliamente nuestro paisaje natural.

Es un generador que brinda la oportunidad de germinar ingresos y concebir empleos. Por consiguiente, se trata de una actividad que puede fomentar una economía adicional, además de complementar las actividades económicas rurales tradicionales actualmente en decadencia y, por lo tanto, frenar la despoblación. Es uno de los mayores defensores y protectores del medio ambiente. Las llegadas de ciudadanos que desean realizar unas vacaciones en contacto con este medio pueden ayudar a mantener y mejorar la viabilidad de los servicios e infraestructuras actuales, contribuyendo de este modo a optimizar la calidad de vida en general de la población local. Como hemos comentado anteriormente preserva la arquitectura e idiosincrasia de nuestros pueblos tradicionales; defendiendo y promocionando la cultura de dichas zonas. Según todos los estudios, atrae a turistas más especializados, pertenecientes a un grupo del mercado interesado por el medio ambiente. El turismo rural representa un enfoque sostenible del desarrollo económico. Puede ejercer un papel destacado en el progreso de las economías y la expansión de los beneficios a regiones menos favorecidas.

Debe emplearse como una de las principales medidas reactivadoras para poner en marcha el desarrollo del campo y frenar el éxodo rural; convencidos de las virtudes que se le atribuyen para elevar el empleo y la renta de los pueblos en declive. El turismo rural se presenta como un beneficio indiscutible para las zonas más desfavorecidas, no solo directamente, sino también de forma indirecta, es decir, que sus provechosos efectos no se quedan en el seno del llamado sector servicios sino que se difunden por toda la economía aumentando el bienestar.

Este segmento es un complemento que gana en competitividad cuando es la familia rural la que está al frente. Todo indica que este negocio se sustenta y es rentable cuando se plantea como una estrategia de diversificación y complemento de los ingresos del sector primario con la utilización de recursos ociosos, tanto humanos como materiales, ya que se ofrece lo que se tiene y se conoce respetando la naturaleza y la cultura local. Para su desarrollo no se necesitan grandes inversiones, siendo prioridad la inversión en comercialización y promoción. Este desarrollo es significativo porque posibilita nuevos ingresos pero también lo es por: favorecer el arraigo, revalorizar al trabajador rural y su familia como tal, permitir otros usos del suelo y contribuir a la conservación.

Debido al carácter fragmentado del turismo en general (y del turismo rural en particular, donde la mayoría de proveedores de servicios son pequeños empresarios), hay que resaltar la importancia que reviste una buena organización para asegurar el establecimiento y la gestión de un turismo en este sentido de éxito y con los máximos patrones de calidad.

Para un mejor desarrollo se debe lograr una sobresaliente coordinación entre el sector privado y público. El desarrollo sostenible del turismo atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras, y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades para el futuro. Es necesario y obligatorio seguir ejecutando políticas potenciadoras que promocionen e incentiven esta rama, con el claro objetivo de preservar nuestro paisaje, nuestra agricultura y a los ciudadanos que hacen esto posible. Un futuro sostenible pasa necesariamente por apostar en su justa proporción y medida por el turismo rural.

Turismo, desarrollo rural y sostenibilidad