viernes. 19.04.2024


Desde la antigüedad hasta este periodo hay una serie de hechos que se pueden catalogar, salvando las diferencias, de actividad viajera. A través del tiempo podemos hallar muestras continuas de viajes y viajeros, pero la acepción del viaje tenía matices distintos. En primer lugar, no se disfrutaba plenamente, sino se sobrellevaba, ya que las condiciones en las que se plasmaba eran incómodas, difíciles e inseguras. Seguidamente, el viaje no era un fin en sí mismo, sino simplemente un medio para llegar. Y por último, los desplazamientos eran exclusivos de una minoría. En este gran periodo hasta el siglo XVIII, el viaje siempre ha estado estrechamente unido al comercio, a la búsqueda de bienes para la subsistencia, a la necesidad de mejorar las condiciones de vida, a los deseos políticos de expansión y a las pretensiones de descanso y salud que movían a las clases privilegiadas.


En el Egipto faraónico se comienzan a dar las condiciones necesarias para el viaje. El viajar entre la ciudad donde se asienta el Gobierno Central y los territorios periféricos se hace necesario; constante que también se producirá en el Imperio Romano. Para acomodar a los aventureros, caminantes, peregrinos, exploradores, navegantes, comerciantes y militares se crean y desarrollan centros de acogida en los principales caminos y ciudades. Los romanos fueron muy aficionados a visitar templos y santuarios, a asistir a festividades; concurrir a los baños, como en las termas de Carcalla o a las de Cartago, centros de descanso y esparcimiento. En esos momentos ya se disponía de itinerarios con algunas guías, en las cuales se especificaban las rutas, los nombres de los caminos, la distancia y los tiempos requeridos para desplazarse entre los distintos puntos del imperio. Con la caída del imperio romano y la invasión de los bárbaros, los viajes disminuyeron hasta la Edad Media, época que con la expansión del cristianismo se inicia una nueva actividad turística, la que hoy podemos denominar como “turismo religioso”. Las peregrinaciones a los Lugares Santos como Canterbury, Santiago de Compostela, Tierra Santa, Roma, etc. se convirtieron en un acontecimiento de la época, y  así, aparece en el siglo XIV una “Guía del viajero”, en la que se ofrecía a los peregrinos información detallada sobre los países y las regiones que cruzarían y el tipo hospedaje que podrían encontrase.


Las cruzadas vinieron a dar un nuevo ímpetu a los viajes y contribuyeron a revitalizar el comercio como consecuencia del movimiento de soldados, peregrinos y mercaderes que transitaban a lo largo y a lo ancho de la europa medieval. El flujo de viajeros llegó a ser de tal magnitud que en el año 1.282 los propietarios de las principales posadas de la ciudad de Florencia se reunieron para formar el primer gremio de posaderos, con el fin de transformar el hospedaje en una actividad comercial.


El viaje de placer no hace su presencia hasta finales de la Edad Media, concretamente en el renacimiento italiano y con la entrada en la Edad Moderna. A partir de este momento, se comienza a emprender viajes por razones distintas a las anteriores. Las grandes expediciones marítimas de finales del siglo XIV hasta el XVI fueron las que ampliaron los horizontes de la época -descubrimiento de América y de nuevas zonas de África y Asia- y las que despertaron la curiosidad por conocer otros pueblos, otros lugares y a sus gentes. Todos estos condicionantes dieron origen a una nueva era en los viajes. Según el  historiador y humanista italiano Paston el viaje de recreo sólo es posible a partir del siglo XVI. En este periodo es cuando aparecen los primeros libros de los grandes viajeros, -ediciones de finales del siglo XVI hasta el XVIII-. Montaigne lleva cabo una amplia reflexión sobre el viaje y Sir Francis Bacon, en la Inglaterra de 1602, realiza un ensayo muy elaborado titulado “Of Travel” donde estima que le viaje debe ser parte de la educación de los jóvenes y de la experiencia de los de más edad. En el periodo del XVI hasta el XIX es cuando se establecen las bases del turismo moderno. Nace el denominado “gran tour”, del que posteriormente se derivará el término turismo. Se comienza a recomendar, a los jóvenes de la nobleza y de la clase media inglesa a viajar al continente con el fin de completar sus conocimientos y así ganar, de este modo, experiencia. Los viajes se fueron volviendo normales y poseían una duración de uno a tres años, entre otras razones por la precariedad del transporte.


La primera fecha importante en la historia del turismo, se puede fijar en 1.670 en el Reino Unido, año donde se comienza a usar el término “gran tour” que será el embrión del turismo moderno. La inquietud del viajero respondía a un afán de conocimiento y cultura. Esta simbiosis dio lugar al nacimiento del “gran tour”, o gira por la Europa de entonces, que se constituyó en el símbolo de la educación para los jóvenes aristócratas ingleses.

Mientras que los jóvenes realizaban estos grandes viajes, impulsados fundamentalmente por motivos educacionales, aunque en parte también por un espíritu aventurero, se comenzó a despertar un especial interés por los baños termales, cuya propiedades curativas eran ya conocidas en la antigüedad. Este interés, se prolonga hasta el XIX. Los médicos de aquella época comenzaron a recomendarlos. En los balnearios se organizaban amenidades; pronto los que iban con motivo de las propiedades curativas se vieron acompañados por los que buscaban diversiones, de tal manera que estas instituciones gozaron de una gran popularidad. A finales del  XVII se originó un profundo cambio de preferencias, como consecuencia del incremento de popularidad que iban tomando los baños de mar. Ello promovió una nueva tendencia. Conducta que ha perdurado hasta nuestros días, de tal manera que a finales del S. XVIII, los centros situados a las orillas del mar eclipsaron a los centros termales.

 
Desde la segunda mitad del XVIII hasta comienzos del XIX se produce un importante salto cualitativo en la evolución del turismo. En Inglaterra comienza la transformación económica y social producida como consecuencia de la revolución industrial. Surge una clase media que se irá haciendo más populosa, originando que nazcan nuevas tendencias y necesidades, especialmente en las que se refieren a los tiempos vacacionales. Además, las rápidas mejoras que se producen en los transportes, hace que aumente el número de personas que desean viajar por placer. Es en este  período cuando nace el término “turismo”.

Historiografía turística