martes. 19.03.2024
Nuevos aires en el país carpático, urbano y danubiano

RUMANÍA

Hace unas cuatro décadas, la Universidad Central de Madrid me invitó a impartir una conferencia en una de sus aulas junto al filósofo y escritor Vintila Horia, para contraponer sus discutibles teorías sobre Metapsíquica. Algunos lectores se preguntarán a cuento de qué viene esta extraña introducción en un artículo de viajes. La razón es sencilla: Vintila Horia era la primera persona rumana que yo conocía en mi vida. Rumanía era para mí –y a la sazón para la mayoría de españoles—un país poco conocido, por no decir absolutamente desconocido. Al terminar el acto, las seductoras palabras con las que Horia me describió su país, generó en mí una ansiosa pulsión por conocerlo. Lo que pude  hacer años después, siguiendo  la primera de las obligaciones que marca José Saramago para el viajero: “Hay que ver lo que no se ha visto; ver otra vez lo que ya se vio; y ver de día lo que se vio de noche”

White-Pelican-Danube-Zoltan-Nagy

¿Quién no conoce al Conde Drácula?

Muchos de los españoles de mi generación que aún no han viajado a Rumanía, conocen este país especialmente por los éxitos de deportistas como el futbolista Hagi o la gimnasta Nadia Comaneci. Aunque, los más ilustrados saben de él, a través del filósofo Ciorán, por sus controvertidas obras tales como “Vivir con la idea del suicidio es estimulante” o “Del inconveniente de haber nacido”. O de tantos otros artistas y escritores como Ionescu o Cartarescu, que han dado nombradía a Rumanía. Sin olvidarnos del legendario personaje que tantos libros y filmes ha protagonizado: el Conde Drácula. Un icono inventado por el escritor irlandés Bram Stoker, que ubicó su vida en ambientes y castillos rumanos convertidos hoy en una especie de parque temático apto para todos los públicos, incluidos los miedosos.

Pero, obviamente, Rumanía es mucho más que unos nombres de personajes famosos. Es un país que desde su independencia de la URSS  respira nuevos aires. Este hecho y la desaparición de Ceausescu cambiaron el ritmo y el destino de los rumanos. Rumanía no parece muy diferente de otros territorios centroeuropeos. Pero, desde luego, tiene identidad propia y rebosa muchos encantos naturales en todas sus regiones, debido a sus múltiples influencias: balcánicas, húngaras, griegas, turcas, eslavas, gitanas, y también latinas. Los rumanos tienen un fuerte sentido de pertenencia, son alegres, simpáticos y sobre todo leales. En este sentido, uno de sus proverbios, A băga mâna în foc pentru cineva  (“Poner la mano en el fue go por alguien” ) es la premisa de la que parten ellos al considerar que todos son dignos de confianza hasta que se demuestra lo contrario.

Bucarest y su famoso Parlamento

Su capital es una urbe moderna (con un tráfico rodado inquietante) que gira sobre sí misma. Como tratando de adaptarse a sus nuevos aires. Pero sin dejar de mirar al exterior para integrarse a la corriente cultural europea. La ciudad sorprende por su planicie, sus amplias avenidas y sus parques. Como el Cismigiu, con un lago que en invierno se transforma en pista de patinaje.  Y sus hermosos y afrancesados palacetes Belle Époque (no en balde se conocía a Bucarest como “El pequeño Paris del Este”), así como grandes edificios que recuerdan el esplendor megalómano de Ceausescu. Uno de ellos es su célebre e impresionante Parlamento. El libro Guiness lo registra como el más grande el mundo tras el Pentágono. Tiene la escalofriante superficie de 335.000 m2 y 17 plantas. Nadie se pierde esta visita. Pero, cuidado, sí puedes perderte entre sus laberínticos y fastuosos salones y galerías, por lo que es aconsejable no alejarse del guía. Para ayudar a su costoso mantenimiento, sus salones se alquilan para organizar actos culturales y desfiles de moda. Entre otros muchos monumentos bucarestinos, hay que destacar el emblemático Ateneo, uno de los símbolos de la cultura rumana, la Ópera, la Galería de las Artes, o el Arco de Triunfo en una avenida que invoca los aires parisienses de la de los Campos Elíseos. Y, en  centro, en el viejo Bucarest, te topas con una movida de bares, tabernas y terrazas repletas de gentes animadas, en donde  suena música de los 80´s, jazz, o cualquier ritmo caribeño, para compartir con amigos o extraños.  La música es el lenguaje internacional que entiende todo el mundo.

Otros parajes  más allá  de la capital

Resulta imposible resumir en un artículo los múltiples y diferentes atractivos de un país tan complejo –cultural y geográficamente—como Rumanía. Porque todas sus regiones (Valaquia, Moldavia, Transilvania, Bucovina, etcétera) son regiones indispensables para crear una imagen completa del país. Ciudades como Sighisora, por ejemplo, que es la única fortaleza medieval habitada en Europa (una encantadora ciudadela que no pude ver en su totalidad porque Gerard Depardieu –al que tuve la ocasión de saludar-- y su elenco cinematográfico habían acotado parte de ella para un rodaje.). Sibiu es otra de las ciudades más bellas de Rumanía (capital europea 2007), así como Timisora, calificada como “La Pequeña Viena”.

Pero un baño en las excelentes playas de Constanza y Mamai  despierta tu consciencia para no olvidarte de  la ruta de sus iglesias y monasterios. Son sorprendentes los murales externos e internos de los monasterios de Voronet, Moldovita y Sucevita en Bucovina, una región al norte del país, con tal cantidad de tesoros culturales y bellezas naturales que sería imperdonable visitar Rumanía y no acordarte de ella. Si olvidas Bucovina, revisa las premisas de Saramago para el viajero: ¡Volver!

Delta del Danubio y Tulcea, su puerto fluvial

Por otra parte, el carácter irrepetible del Delta del Danubio, en su desembocadura del Mar Negro, crea la impresión de un edén que te hace perder contacto con la vida real.

Patrimonio de la Humanidad desde 1991, el Danubio es uno de los ríos más grandes de Europa cruzando 10 países hasta fundirse en la aguas del Mar Negro.  Está  formado por tres ramificaciones que se van deformando en el Delta: Chilia, Sulina y Sfântu Gheorghe. Y es uno de los humedales más importantes del mundo, refugio de unas 300  especies de aves y animales: gansos, lobos, enots, castor, visones, así como también serpientes, lagartos y tortugas. En los numerosos lagos destaca el omnipresente y pintoresco pelícano. y por fortuna un espacio donde en la mayor parte de la extensión la huella del ser humano es inexistente.

El Delta  riega la mayor parte del departamento de Tulcea, formando la Reserva de la Biosfera de mayor tamaño en la Unión Europea. La fauna y flora del Delta tienen un valor natural extraordinario, convertido hace tiempo en un destino turístico para cualquier viajero amante de la naturaleza.. Tulcea es un puerto fluvial que podría considerarse como puerto costero. Los diferentes canales del Delta que desembocan en el mar se pueden recorrer en los cruceros que parten cada día por diferentes rutas o alquilando pequeños botes, bordeando los cañaverales que albergan un ecosistema imprescindible. No hay otra forma de explorar el Delta, pues apenas hay caminos.

En este entorno, Crisan es también un pueblo exótico y muy pintoresco que hay que ver. Se trata de una población completamente adaptada al universo lacustre que la rodea, con tradicionales casas de madera pintadas de azul o verde.  El atardecer y las puestas de sol en el delta danubiano son los momentos más deliciosos para comprobar que el silencio se convierte allí en un placentero estímulo extraviado hace tiempo en la urbe.

Gastronomía típica.

Los rumanos suelen comenzar la comida con los Gustâri, para seguir con unas sabrosas sopas, en general de origen balcánico, a base de carne. Son muy populares las Mititei, salchichas muy especiadas hechas con carne de varias clases y por lo general a la parrilla. En la gastronomía típica de la región del Delta es muy popular la Ciorba o sopa de pescado, además de otros pescados como la trucha, la carpa, el arenque o el esturión, normalmente cocinados a la plancha o a la brasa. Rumanía es un país de quesos, tanto de oveja, como de vaca o búfala. Entre los más conocidos cabe mencionar el Brânzá de Burduf, el Urda, y el Cascaval. Hay, además, muy buenos vinos. Como los de Crama Alcovin Macin. Y hoteles muy recomendables: El Ibis Gara de Nord, en Bucarest, y Hotel Delta, Lebada Hotel & Resort, en el Delta.. Más info: Oficina de Turismo Rumano en España: c/ Alcántara, 49. 28006 Madrid: Tel. 914014268. En Bucarest: Pasaje subterráneo Plaza de la Universidad.  -Email: 
Web: http://www.rumaniatour.com/rumania.htm www.rumaniatour.com; www.franciscogavilan.net

    

RUMANÍA